Por. Luis Román

¿Cuándo sabes que has prendido a una mujer?
Cuando ella no deja de pensar en ti y, sobre todo,
cuando una y otra vez se repite
y te lo dice “Soy tuya, te pertenezco”

I
El norteamericano Ernest Hemingway publicó en 1929 “Adiós a las Armas”, que pronto se convirtió en un best seller de ventas no sólo en USA; sino en todo el mundo.
Incluso en 1932 la novela fue llevada al cine. El director Frank Borzage, fue el encargado de dirigir al joven galán Gary Cooper y a la bella actriz Helen Hayes.
25 años más tarde, en 1957, el director Charles Vidar, hizo una nueva versión. Esta vez los roles protagónicos estaban a cargo de Rock Hudson y Jeniffer Jones.
Hemingway comenzó su carrera como periodista, nunca asistió a la universidad. No era un hombre de grandes lecturas ni un intelectual. Su estilo se forjo en las redacciones de los diarios que cubrían la 1º Guerra Mundial y más tarde la 2º Guerra Mundial.
Su primer libro “En Nuestro Tiempo” data de 1923, donde reúne cerca de seis relatos cortos. Su segundo libro, fue una novela “El Sol Sale También” de 1926 que pasaría sin pena de gloria.
La prosa del norteamericano, es sencilla, directa. No esta llena de grandes analogías, comparaciones o reflexiones. Sus diálogos son largos y muchos de sus personajes son planos. No son actores que hagan pensar más allá al lector.
Su tercera y gran novela fue “Adiós a las Armas” en 1929, cuando Hemingway tenía apenas 30 años.
La fama le llego de repente al joven escritor. El cine hizo que su nombre apareciera en todo el mundo. Pues ambas películas obtuvieron el codiciado Oscar por mejor guion.
II
Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Illinois, USA. No fue un escritor ni de grandes lecturas ni inquietudes intelectuales. Ni un gran estilo. Pero el tema de sus obras llamó la atención. Aunado a ello, su vida extravagante de ser un gran bebedor, reportero de guerra, boxeador, aficionado a los toros, a la cacería de animales en tierras africanas (hoy sería severamente criticado) pescador y amigo de magnates como el árabe dueño de la cadena Ritz.
Sin embargo, es un hecho de Hemingway, junto con William Faulker influyeron en toda una generación de escritores latinoamericanos, que en la década de los 60’s se les conocerá como “El Boom”, entre los cuales destacan Gabriel García Márquez, quien siempre admitió que la técnica de escribir cuentos, la imito del norteamericano. Así como Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa entre otros.
Hemingway era un amante de las mujeres y se caso con cuatro mujeres distintas. Era alcohólico y sufría de depresión.
A las revistas, diarios y editoriales les cobraba por cada palabra escrita. Un lujo que ningún escritor contemporáneo se ha dado en el siglo XX y el Siglo XXI. Revistas como Life no dudaban en pagar lo exigido.
El 2 de julio de 1961 ante una aguda depresión por no poder escribir una serie de cuentos por encargo. Tomó su escopeta y se disparó. Muriendo enseguida.

III
“Adiós a lasa Armas” es la historia de un amor en medio de la guerra. Entre el chofer de ambulancias, el norteamericano Henry Fredek y la voluntaria de enfermería, la inglesa Catherine Barklay.
Henry es un tipo de joven, no menos de 30 años, a quien nada le importa, bohemio, valiente, arriesgado, mujeriego, su amigo de trabajo y de parrandas Reynaldi, una tarde le presentara a un par de amigas enfermeras.
Allí conocerá a Catharine. La guerra no da mucho tiempo para escoger pretendientes. Y ambos jóvenes deciden establecer una relación amorosa, sin casi conocerse.
“Nos miramos en la oscuridad. La encontré bella y la tomé de la mano. Se dejó tomar. La estreche contra mí, la abrace y la besé” describe Henry.
A partir de ese momento, se dicen los enamorados “Vamos a llevar una vida extraña”. La muerte y la vida los acecha en la guerra. El amor, el deseo, el miedo y la incertidumbre de vivir.
¿Amarse en medio de la guerra? ¿Qué podrá esperar un chofer de ambulancia y una enfermera? La vida pende de una bala, de una bomba. En cualquier momento la vida se puede extinguir.
En situaciones de incertidumbre y zozobra, el placer es el único camino. Escribe Henry “Poco me importaba pensar en la aventura que estaba iniciando. Pensé que ella estaba loca. Estar con ella, era mejor que estar bebiendo con los amigos”
Así como él, pensaba ella, Catharine se lo dijo claro, como son las mujeres “No es necesario que me digas que me amas sino te nace. Sólo ven a verme”.
El amor comienza con una mirada y el trato continuo. La mujer es siempre quien escoge al afortunado, así como el lugar y momento.
¿Cuándo sabes que has prendido a una mujer? Cuando ella no deja de pensar en ti y, sobre todo, cuando una y otra vez se repite y te lo dice “Soy tuya, te pertenezco”

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