(3o. Parte)

Por. Luis Román


“Lo he conocido todo. Pero siempre
estoy listo para una nueva emoción”

I

Dorian se sabe atractivo e irresistible frente a las mujeres, aquellas que lo rechazan llevan una sentencia “Volverás, porque represento para ti, todos los pecados que no has tenido el valor de cometer” ( Ibíd.p.120)
El príncipe encantador es vicioso, mujeriego, adicto al opio y frecuenta toda una ralea de personajes nocturnos, aquellos que se amparan en la noche: prostitutas, ladrones, vendedores de droga. Y en el día asiste al teatro, a cenas, es amante de damas de sociedad.
Ha vivido en el desenfreno y llega a reflexionar sobre la vida “¿Que es el amor? Una ilusión ¿Quién eres? Definirse es limitarse” (Ibid. p.123)
¿Se cansa un hombre así de vivir? No, él mismo lo señala “Lo he conocido todo. Pero siempre estoy listo para una nueva emoción” (Ibid. p125)
La piel muchas veces se cansa, pero la mente pide más placer, por ello “El alma y el cuerpo, el cuerpo y el alma son dos misterios infinitos” (ibid. 129).
¿Quién controla a quién? ¿Acaso tenía razón Platón? ¿El alma debe dominar al cuerpo? ¿O Epicuro, el cuerpo debe buscar las fuentes del placer? ¿Quién tiene la razón?
Llega el momento que toda esta vida le hastía, y en un momento de rabia, entra al cuarto donde tiene al cuadro y va dispuesto a destruirlo. Lleva en las manos el mismo cuchillo con el que mató a su amigo, es de noche, la luna tímida alumbra la casona, se oyen gritos despavoridos. Los sirvientes acuden rápido, temen algo le pase a su patrón.
“En entrar encuentran, el esplendido retrato con toda su juventud y belleza. Sobre el piso yace un hombre muerto, vestido de etiqueta y con un cuchillo clavado en el corazón. Un hombre marchito, arrugado y de una fisonomía repugnante. No fue sino hasta que lo examinaron y encontraron su anillo cuando reconocieron quien era” (ibid. 180)
Dorian Grey nunca quiso envejecer, le aterraba, y a cambio de ser siempre joven fue capaz de todo. Pero, nunca pudo detener el tiempo, ese no quiere a nadie y siempre termina tragándose a sus hijos.

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