– Luis Román –

Escritor y Columnista


“El individuo no es nada,
todo lo es el grupo al que pertenece”.
Mengele
I
Dentro de la colección ‘Rostros del Mal’, aparece el número dedicado a José Mengele, “El Ángel de la Muerte” (Ed. Salvat, Madrid, 2022, 127 pp.) escrito por Joan Solé, un historiador catalán, que a través de un estilo periodístico breve y certero nos describe en una primera parte, la biografía del joven médico que se adentra en el estudio de la genética y antropología. Más tarde, se convierte en el médico del campo de Auschwitz, en la sección de mujeres, donde realiza experimentos médicos con humanos; sobre todo gemelos, enanos y mujeres. Mengele, siempre se creyó un genio de la genética. Nada más falso, era un simple asesino.
En la tercera parte, se narra su huida hacia Sudamérica. Cómo las dictaduras de Juan Domingo Perón en Argentina, le dio asilo, el Mossad no pudo o no quiso atraparlo. Y su peregrinar al Paraguay del dictador Strossner, en Uruguay y en Brasil. Donde muere de un derrame cerebral en 1979, estando de visita en las playas de San Pablo.
Lo que llama la atención, es que la familia de Mengele, siempre tuvo capital e influencias para sobornar a las autoridades de cualquier país. Incluso Mengele, viajo en 1956 a Alemania, sin que nadie lo pudiera detener.
Esa es la gran incógnita ¿Por qué no se le pudo detener? Si lo mismo el servicio secreto israelí – Mossad – detuvo a otros criminales de guerra, y los gobiernos de USA y Alemania tenían órdenes de aprensión contra Mengele.
Solé supone que en verdad Mengele no era realmente importante. Nunca lo menciona Himmler, ni Hitler, ni Heydrich. Salvo Adolfo Eichmann, en su juicio, lo llega a mencionar. Eichmann era el encargado y coordinador de los campos de concentración.
Para los grandes jerarcas del régimen nazi, simplemente Mengele no existía. No era nadie.
II
La familia Mengele, fue acaudalada. Originaria de Gunzburgo, Baviera, su negocio su la venta y reparación de la maquinaria agrícola, y más tarde la construcción y venta de tractores y piezas para los tanques de guerra. Así como la venta de granos para el ejército alemán.
Karl Mengele, estudio ingeniería y en 1907 creó su empresa. La primera guerra mundial, le propició un gran capital. Padre de dos varones, Rodolfo y José, el segundo en 1930 se matriculo en la facultad de medicina de Múnich, así como en la carrera de filosofía.
José, era un joven amante de la filosofía alemana y de su poesía, amante de Heine, Goethe, y otros, recitaba de memoria poemas.
José escribe así desde Múnich en 1932, a sus padres “Estoy convencido de que cada época histórica de la historia humana, se expresa en una disciplina. No se imaginan la alegría que tengo de vivir este momento de la historia, Alemania es el centro de la historia” (Joan Solé, El Ángel de la Muerte, Ed. Salvat, Madrid, 2022, p.21)
Son los inicios del nazismo, sin embargo, el racismo comienza a tomar forma a través de un discurso seudo científico. Ernest Rodun, un médico alemán comienza a propagar la idea de que la biología y genética pueden ser instrumentos para mejorar a la raza aria y deshacerse de los individuos que sólo son un estorbo a la sociedad.
Mengele escucha fascinado este discurso “Rodun sostenía que las vidas de los individuos defectuosos no valían la vida. El destino de Alemania impone y exige aceptar la esterilización y muerte de niños minusválidos. Debemos depurar la raza aria” (Ibíd. p. 23)
Los nazis deseaban ser la raza perfecta y su modelo, eran los nórdicos. Así pensaron que la raza aria era descendiente del dios Odín.
El nazismo exigía a sus seguidores fe ciega, por lo que Mengele ingresa a la terrible SS, esto se los comunica a sus padres “Se ha hecho realidad mi ambición de ingresar a la SS y ponerme así en primera fila con los servidores de la nación. He obtenido el título de médico por la universidad, tengo 27 años y hare estudios de genética” (ibíd. p.34).
En joven Mengele está fascinado del nazismo y considera que “El individuo no es nada, todo lo es el grupo al que pertenece”.
Mengele entra en combate en 1940 como médico, primero en Polonia y luego en Ucrania, donde obtiene la medalla de la cruz de hierro por actos heroicos. En 1942 salva a dos de sus compañeros y es galardonado por el mismo Hitler. En ese año, es herido en una pierna, lo que obliga que se le traslade a otro lugar más tranquilo.
III
En 1943 es ascendido a capitán y destinado al campo de concentración de Auschwitz. Su perfil de genetista y antropólogo, lo ponen ahí. Con plenos poderes para realizar experimentos con los presos a fin de mejorar la raza aria.
Cuando los trenes entran al campo, Mengele sale a supervisar a los presos, ahí selecciona a sus conejillos de indias: gemelos, enanos, mujeres embarazadas, ciegos, sordos. Ordenaba hacer dos filas, una de su lado derecho, para trabajos forzados y la izquierda, para sus experimentos inhumanos.
“Aspiraba a volver azul el color de los ojos y rubia la pigmentación del cabello de los niños alemanes, para crear legiones de individuos arios que poblaran los territorios ocupados por los arios” (Ibíd. p.45).
Inyectaba soluciones a los ojos de quienes tenían ojos azules, dejándolos ciegos. Hacía operaciones sin anestesia. Llevaba a cabo esterilizaciones masivas e incluso extirpaba los genitales a mujeres y hombres. Era un cruel asesino. Cuando los pacientes gritaban, lloraban o se desmayaban, los pateaba y ordenaba mandarlos a los hornos, así de agonizantes.
IV
En 1944 la operación Barba Roja, ha fracasado, las tropas soviéticas avanzan, y están cerca de Polonia. Llega la orden de desalojar el campo de concentración, destruir todos los archivos. Mengele se enfurece “¡Esto ya se acabó! ¿Este es el Reich que iba a durar mil años! Todo mi trabajo se ha echado a perder. No quemare mis archivos, son valiosos. ¡A los gemelos y enanos, los dejaré con vida!” (Ibíd. p. 59).
Su mujer Irene, nunca se enteró de que hacía Mengele en el campamento. A su hijo que tuvo con ella, lo conoció a los 8 meses de edad. Mengele abandono Auschwitz en enero de 1945. Huyo hacia Checoslovaquia, cuando subió a un camión militar, conoció a una enfermera alemana, con quien intimidó y le encargó sus archivos que tenía. En un retén militar, fue detenido y más tarde puesto en libertad. En 1947, la policía alemana declaró que Mengele había muerto.
Meses más tarde, regreso a Gera, una pequeña localidad de Alemania, donde vivía su amiga, y le pidió sus archivos. En ese tiempo, trabajó como campesino, bajo el nombre de Fritz Hollman, fueron tres años de arar la tierra y disimular su vida pasada.
En 1965 el Mossad israelí, secuestro y trasladó a Rodolfo Hoess a Jerusalén, donde se le abrió un juicio por crímenes de guerra. Ahí en esas audiencias, delató a Mengele como el médico responsable de realizar experimentos con humanos.
Mengele fue protegido por su padre, quien lo sacó de Gera, y lo mando a Italia, para abordar un barco que lo llevará a Buenos Aires. Allí el gobierno de Juan Domingo Perón lo protegió, le dio documentos falsos y una casa.
Trabajo como vendedor de muebles, y en 1956 viajó a Alemania, a visitar a su padre, y a su mujer e hijo.
V
A la caída de Perón, Mengele huyó de Argentina, ahora a Paraguay, donde el dictador Strossner lo protegió, sin embargo, el Mossad le seguía los pasos, y se mudó a Uruguay, donde la dictadura lo solapó. Para finalmente, quedar en Brasil. Siempre simulando ser un rico comerciante de maderas finas para muebles.
Para entonces las universidades de Frankfort y Múnich le habían retirado el título y cédula como médico y filósofo. Algo que hirió el ego de Mengele, quien se sentía un sabio en dichas áreas.
Mengele no fue feliz, vivió bien. Pero su carácter se hizo hosco, desconfiado, y siempre tuvo miedo de ser apresado. Una llamada anónima al Mossad, en 1979, avisó que había muerto en las playas de San Pablo. El servicio secreto de Israel, acudió, realizó la necropsia y confirmó que los restos eran de El Ángel de la muerte.
Su familia nunca reclamó su cadáver, quedó bajo resguardo del servicio médico forense de San Pablo en calidad de desconocido.
La historia lo envolvió siempre en un halo de misterio, horror y una sabiduría que nunca tuvo. Se divulgó la idea de que Mengele fue el pionero de la clonación humana. La novela de Ira Lavín (1973) y película (1978) “Los Niños del Brasil” lo describen como ese médico loco, que desea reproducir seres iguales a Hitler y lograrlos. Nada más alejado de la realidad.
Mengele temía a sus propios crímenes, a sus asistentes judíos en el campo de concentración les pedía en la noche que lo acompañaran. “A veces me dan temor esos ojos, parece que me vigilan” (Ibíd. 67)
Mengele fue un cruel asesino que se escudó de la medicina y la genética para llevar a cabo crímenes espeluznantes. Y lamentablemente, no enfrentó un juicio por estos crímenes contra la humanidad.

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