40 Años sin Juan Rulfo.

Por. Luis Román



“Vi a Rulfo, corretear a los
Directores de cine, para que
Le pagaran sus guiones. Nunca
Los alcanzaba y les mentaba la
Madre, cuando se perdían en sus
Autos del año”
Ricardo Garibay.
I

Nació en Sayula el 16 de mayo de 1917 y murió el 7 de enero de 1984. Su nombre completo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Un cáncer pulmonar fue la causa de su muerte, tenía 67 años de edad.
Autodidáctica, compañero de generación de Juan José Arreola, Ricardo Garibay, Luisa Josefina Hernández. Amigo de Carlos Fuentes, Octavio Paz, Elena Poniatokska, Antonio Alatorre.
Trabajó de todo: comerciante, burócrata, guionista de cine, fotógrafo, vendedor. Fue un gran lector de la novela norteamericana.
En 1953 obtiene una beca para ser integrante en el Centro de Escritores de México, espacio literario que recibía fondos económicos de la fundación Rockefeller para apoyar a los jóvenes escritores.
Ricardo Garibay lo recuerda en esos días como un hombre sumamente callado, de pocas palabras, pero un lector asiduo de la literatura norteamericana. (Lo Que Lee, El Que Vive, Ed. Joaquín Mortiz, 1997).
Juan José Arreola, su amigo y compañero de toda la vida, señaló que Rulfo, escribía cuentos sobre la vida de los campesinos, por influencia de Efrén Hernández, otro jalisciense ya olvidado.
En las sesiones literarios del Centro de Escritores de México, Rulfo presentaba avances de sus cuentos que a la postre conformarían “El Llano en Llamas” (1953), algunos de ellos, se publicaron en la Revista ‘PAN’ que dirigía el propio Arreola. Ya en 1953 se publica bajo el sello del Fondo de Cultura Económica.
Rulfo taciturno, burócrata, y gran bebedor solitario, se encierra a escribir y termina una novela, que él mismo, les confiesa a Juan José Arreola y a Antonio Alatorre – El filólogo – que tiene pereza de rehacer.
Una tarde de sábado, Arreola y Alatorre (Juan José Arreola: Memoria y Olvido, Ed, FCE, 1998), acuden al departamento de Rulfo en la calle de Río Pánuco, y se encierran a revisar el texto. Entre tragos de tequila y botanas, cortan y acomodan palabras. El resultado: Pedro Páramo (1955).
Novela que será considerada por mucho tiempo como la mejor obra literaria escrita en México. De inmediato, el estilo y la manera de describir la realidad de Rulfo llama la atención de escritores de talla internacional: Desde Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Octavio Paz, Miguel Ángel Asturias.
El reconocimiento no se hace esperar. La crítica espera más obras del joven escritor. Sin embargo, esa cascada de cuentos y novelas nunca llegan. Rulfo se estaciona y pareciera que le da temor escribir y defraudar a sus lectores.
Sin embargo, el cine adapta sus cuentos y su novela. “Talpa” (1956), “El Gallo de Oro” (1964), “Pedro Páramo” (1967 y 1978), “No Oyes Ladrar los Perros” (1976), “El Rincón de las Vírgenes” (1972), “El Despojo” (1960), “Un Pedazo de Noche” (1995).
Rulfo se hace guionista anónimo de las películas de Emilio ‘El Indio’ Fernández. Los jóvenes novelistas, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez hacen el guión de Pedro Páramo y el Gallo de Oro.
García Márquez siempre lo admirara y recordara, en más de una vez confesó que, llegó a saberse de memoria ‘Pedro Páramo’, en 1982 al recibir el Premio Nobel de Literatura, declaró que el auténtico ganador de ese galardón era Juan Rulfo.
Rulfo es fotógrafo, un solo tema: el indio y el campo en México. Su obra describe esos personajes. No hay cabida, para otros. El poder, la soledad y la angustia de vivir.
‘Pedro Páramo’ y ‘El Llano en Llamas’ son las obras literarias más traducidas a más de 20 idiomas: al inglés, italiano, portugués, chino, japonés, francés, alemán, rudo, y párenle de contar. Ni la obra de nuestro Nobel de Literatura, Octavio Paz alcanzó tanta difusión mundial.




II
¿Cómo era Rulfo? ¿Cómo era el mejor escritor de México de los años 50’s? muchos contemporáneos quisieron imitar su estilo, todos fallaron. Inauguró lo que se denominó “El Realismo Mágico”, esa manera de hacer ver a través de las letras otra realidad mágica: “Es el viento que va arrastrando su cobija”; “Aquí en Cómala hace tanto calor, que hasta los que se van al infierno, regresan por su cobija”, “Las voces en Luvina van y vienen como rebotando entre las piedras”.
Ricardo Garibay lo recuerda, como un hombre callado, incapaz de hacer una crítica a un texto o un comentario a una novela o cuento. Aunque era un lector de la literatura norteamericana.
Vicente Leñero lo describe como un juez severo, no cualquier cuento o novela lo convencía y lo decía de cara a su autor.
Ignacio López Tarso, comenta en una entrevista realizada en 2007, que él, admiraba a Rulfo. En 1961, el director Carlos Olmos, adoptó ‘Pedro Páramo’, y contrató a Carlos Fuentes y García Marqués como guionistas. Conocedor de que el actor admiraba a Rulfo. Le habló por teléfono y le dijo “¡Vente el domingo a casa, vendrá Rulfo a comer para hablar del guión!”.
El actor, acudió a la cita, con varias botellas de vino, y libros de Pedro Paramo para que Rulfo se los dedicara. ¡Oh decepción! Al llegar a casa de Olmos, ahí estaba el escritor, callado, taciturno, aislado. Tarso le expreso su admiración, le ofreció vino, le acercó los libros y Rulfo impávido, sereno, impasible.
Al final, el actor, se alejo y dejó a Rulfo en la mesa, se acercó a Olmos y le dijo “! Mejor me voy ¿Será que le caí mal o así es?”.
El autor y su obra, señala Mario Vargas Llosa, son distintos. La obra puede encantar al lector. Pero el autor, puede ser una prolongación de su obra, o todo lo contrario. Tal parece que Juan Rulfo, no era la prolongación de su obra.
De todos modos, el mejor homenaje que se le puede hacer, es leer su corta, pero gran obra literaria.














Paraderos Literarios Juan Rulfo.

1.- Nadie te hará daño nunca, hijo. Estoy aquí para protegerte. Por eso nací antes que tú y mis huesos se endurecieron primero que los tuyos.
2.- ¿Ya murió? ¿Y de qué? -No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho. -Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.
3.- Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.
4.- El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo; Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: ‘Lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él’. Pensé: ‘No regresará jamás; no volverá nunca.
5.- Y ustedes y yo y todos sabemos que el tiempo es más pesado que la más pesada carga que puede soportar el hombre.
6.- La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.
7.- ¿Qué haré ahora con mis labios sin su boca para llenarlos? ¿Qué haré de mis adoloridos labios?“
8.- Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren al llegar al infierno regresan por su cobija.
9.- Yo sé cómo le brillaban antes los ojos como si fueran charcos alumbrados por la luna. Pero de pronto se destiñeron, se le borro la mirada como si la hubieran revolcado en la tierra.

10.- El cielo está tan alto, y mis ojos tan sin mirada, que vivía contenta con saber dónde quedaba la tierra.
11.- Me mataron los murmullos.

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