Luis Román

Escritor y Columnista


Guajardo dijo a Zapata
“Me le rindo con mi tropa, en Chinameca
Lo espero; tomaremos una copa…”
La Muerte de Zapata
– Corrido Popular-
I
Se cumplen 103 años del asesinato de Emiliano zapata, el gran insurrecto. El eterno rebelde. Ha pasado ha la historia como un prócer del agrarismo latinoamericano; inspiró a Sandino en Nicaragua, a Farabundo Martí en el Salvador, a Fidel Castro en Cuba, a Salvador Allende en Chile. Hoy frente a la ola de migrantes de Centroamérica, el Caribe, África, Asia y México la pregunta es ¿Sigue siendo el reparto agrario y el agro una opción de desarrollo en América Latina?
A mediados de los 70’s el Instituto Nacional de Antropología e Historia, comenzó e implementó un programa titulado “La Revolución Mexicana: La Historia Oral”. Se entrevistó a cientos de revolucionarios de todas las tendencias ideológicas. En 2009, trabajando para la FONOTECA NACIONAL, se me pidió buscar material radiofónico y sonoro sobre la Revolución Mexicana, en vísperas del Centenario de tal acontecimiento. Visitando el Instituto José María Luis Mora, encontré que el material de “La Revolución Mexicana: La Historia Oral” del INAH; había sido cedido al Mora. Estaba olvidado y empolvado. A nadie le interesaba y de inmediato dicho material fue cedido a Fonoteca.
Escuché nos enormes carretes de cinta sonora y lo que a continuación trascribo, es una versión del asesinato de Zapata poco divulgada. Los testimonios eran de gente cercana al General del Sur, desde subalternos, familiares y amigos. En 2010 canal 11 editó parte de este material sonoro y lo titulo “Los Viejos Zapatistas”.
II
Días antes del domingo 10 de abril de 1919, el General Carrancista Jesús Guajardo, había fingido un rendimiento de sus tropas al Caudillo del Sur, Emiliano Zapata. La idea había sido elaborada por el General Pablo González, quien le había expresado el plan al General Álvaro Obregón, y éste con la anuencia de Venustiano Carranza dieron marcha al Plan de asesinar a Zapata, en su propio territorio.
Zapata siempre fue desconfiado, pero Guajardo para ganarse su confianza, no sólo le rindió sus tropas al Caudillo; además entregó a varios de sus hombres acusados por los zapatistas de haber robado, violado y dado muerte a muchos de sus hombres y mujeres. Como crisol de confianza, le obsequió un caballo “El As de Oros”. Un caballo fino y retinto, que pronto gustó al Atila del Sur.
Guajardo dio armas y planes militares de los carrancistas a Zapata; dentro del Estado Mayor de Zapata, siempre desconfianza al ‘Pelón’ Guajardo. Y se ordenó a los campesinos de la zona – hombres y mujeres – espiar y escuchar todo lo que dijeran e hicieran los Carrancistas, quienes se aguardaron en la Hacienda de Chinameca.
III
Cerca de un río, un grupo de mujeres indígenas, lavan ropa, platican, algunas otras bañan a sus hijos en las aguas cristalinas. El cielo es azul, despejado, el sol es incandescente. Niños y mujeres buscan cobijarse bajo la sombra de algún árbol. De pronto, esta paz de grupo se interrumpe, un puñado de miliares vestidos de color caqui se acercan con sus caballos, descienden, desmontan, y algunos llenan sus cantimploras, otros, se mojan la cara y el cabello. Las mujeres callan, y se arremolinan en torno a un viejo sauce.
Uno de los soldados las mira y dice en forma sarcástica –“! Ora viejas..! ¿Qué vieron al demonio? ¡Condenadas!!Ya pronto se les va acabar su orgullo pendejo!”. Los soldados ríen, y vuelven a montar, de manera intencional, salpican de agua a las mujeres.
Cerca de las faldas de un monte, descienden un grupo de militares carrancistas. Pasan cerca de un par de ancianos campesinos que llevan cargas de elote en su burro “! Ave María! ¡Oigan ustedes saben donde está la Hacienda de Chinameca, buscamos al Jefe Guajardo!”. Los ancianos, los miran con desconfianza, no les responden, sólo alzan su brazo derecho para indicar el camino de la Hacienda. Los militares, portan rifles y pistolas, son más de una docena.
Guajardo ha enviado una invitación al General Zapata, para que el domingo 10 de abril a las 11 de la mañana, primero Dios, acuda a la Hacienda de Chinameca. Para comer un borrego en barbacoa, pulque, salsa borracha, consomé y nopalitos. Platillo que fascina al Caudillo el Sur. Al recibir la invitación, Zapata ve a sus consejeros
-“! Nos Invita Guajardo a comer el domingo!”
Algunos de sus hombres con sombrero zacatecano, calzón de manta y huaraches, mueven la cabeza negativamente. Otros sólo expresa un “‘! No vaya General!!No confíe en ese cabrón!”
Zapata no dice nada de momento. Calla, y luego le dice al enviado de Guajardo, ‘! Dígale a Guajardo que allí estaré el domingo!”. Un hombre no identificado, expresa “! No Emiliano, estás mal!”
Zapata responde con voz enérgica “! Entre amigos no hay desconfianza, este hombre si es leal!”
IV
El sábado 9 de abril, hay gran movimiento en el pueblo de Chinameca. Es día de plaza, la gente va y compra comida, hay misa. Hasta una feria ánima al pequeño pueblo.
Pero también han llegado muchos soldados carrancistas, Zapata les ha permitido el libre tránsito por territorio zapatista.
Muchas mujeres acuden a donde Zapata se resguarda, cada una pide hablar con el General y este sale a escucharlas. Todas y cada uno al ver al caudillo comienzan a decirle casi a gritos:
“! General, no vaya ir mañana con los ‘pelones’, han estado llegando muchos de ellos. Llevan armas, caballos, y algunos ya borrachos en las cantinas andan diciendo que allá lo van a matar a Usted!!No vaya ir General!”
Zapata, las mira, con esa mirada taciturna y les dice “! Confíen, yo sé cuidarme. Guajardo, es leal!”
Más tarde Zapata envía un grupo de soldados para supervisar que se hace en la Hacienda de Chinameca. Hay soldados desperdigados por todas partes, soldaderas, y se ve a los hombres y mujeres matando borregos, otros pelando tomates, y extendiendo hojas de maguey, los menos cavando para hacer el horno de barbacoa. Nada sospechoso.
V
Es domingo 10 de abril, el pueblo vuelve al bullicio, hay misa desde las 8 de la mañana. En la plaza los puestos de fruta, comida, atole y tamales pronto aparecen.
Cerca de las 10. 20 am todos guardan silencio, una polvareda de tierra se levanta, es la escolta del General Zapata, forman el grupo unos 12 o 15 hombres. Entre ellos Emiliano, la gente corre a saludarlo, viste de gala, de caporal, siempre le gusto el color negro y su sombrero de botones de plata.
“!General…no vaya con Guajardo..Lo van a matar!”
“! General, ese es un traicionero!”
“! General toda la noche entraron y salieron soldados con armas!”
Zapata saluda a todos, saca de sus bolsos unos centavos y los avienta hacia donde están los niños. Quienes corren. Así, mira a los hombres y mujeres y les dice “! No tengan cuidado, voy a almorzar y de regresó habló con ustedes!”. Sigue su paso hacia la hacienda.
Son cerca de las 11 de la mañana, los vendedores y la gente ha dejado pasar a Zapata y a su gente. El Cielo es azul intenso, las nubes blancas, y un vientecillo del sur deja escuchar infinidad de detonaciones, provenientes de la Hacienda de Chinameca. La gente corre despavorida, se oyen gritos, y los que están armados corren hacia la hacienda.
Emiliano Zapata a los 40 años de edad ha caído muerto por las ráfagas del traidor Guajardo. El hombre que no confió en Madero, ni en Carranza y sólo en Villa está tendido. Ha muerto el hombre, nace la leyenda.
A la orilla de un camino
Corté una blanca azucena
A la tumba de zapata
La llevé como una ofrenda
Señores ya me despido
Que no tengan novedad
Cual héroe murió zapata
Por dar tierra y libertad

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