Por. Luis Román

Domiro.




“Siempre le dije al candidato,
La necesidad de poner vallas
Metálicas en sus eventos.
Me decía que no, que a
Él no le gustaban esas
Cosas…ahora
Está muerto…”
Domiro García Reyes

I

-“! ¡Señor…Presidente…! ¡Ya me lo mataron!!El Candidato Colosio!”.
Fueron las primeras palabras que exclamó asustado, cansado y con vergüenza el jefe de la seguridad personal del candidato a la presidencia por el PRI, Luis Donaldo Colosio, aquella noche del 23 de marzo de 1993.
El general Domiro García Reyes, integrante del entonces Estado Mayor Presidencial, había sido designado jefe de seguridad de Colosio, por el mismo Carlos Salinas.
– “¿Sabe su responsabilidad Domiro?”
– Sí señor
– ¿Se siente capaz?
– Hable con Luis Donaldo y póngase de acuerdo con él, el candidato es muy exigente y no quiere estar lejos de la gente ¿Entiende? (Jorge Fernández, Domiro, Ed. Rayuela, 1995, México, p. 34).
Domiro había llegado a ser jefe de escoltas y estaba llamado a ser Jefe del Estado Mayor de haber ganado la presidencia Colosio. Recuerda “Conocí a Luis Donaldo en 1987 cuando ambos trabajamos para la campaña de Carlos Salinas, desde entonces establecimos una simpatía entre ambos” (Ibíd. p. 35).
¡Al presentarse con Luis Donaldo, este lo saludo, lo abrazo y le habló energético “! Nada de grandes convoyes de escoltas General. No quiero el auto escolta cerca de mí ¿entiende?” (Ibíd. 43).
El carácter de Luis Donaldo se hizo amargo, no era para menos. Su candidatura no fue bien recibida. Manuel Camacho y el EZLN y con este grupo el sub comandante Marcos, lo opacaban. La prensa lo veía como el candidato de Salinas, su alumno, su hijo. Tenía que independizarse.
Pese a ser un joven candidato, no lograba encontrar un buen mensaje para comunicar al pueblo. No llenaba plazas ni parques, tal parecía que el propio PRI y sus centrales obreras, campesinas y populares lo estaban abandonando. Proceso, Unomásuno, La Jornada y la prensa internacional mencionaban lo gris de su campaña y discurso.
Por eso Colosio siempre reprendía a Domiro “Como yo estaba cerca de él, conmigo recaló y pues a aguantar” (Ibíd. p. 50).
En cierta gira por el entonces Distrito Federal, Colosio se vio rodeado de gente que buscaba saludarlo y entregarle peticiones escritas. Le dio el montón de cartas a Domiro, quien, por la gente, se le cayeron, la gente pisó las cartas, Domiro angustiado se agacho entre las piernas y comenzó a juntar las cartas. Donaldo lo vio y delante de todos le gritó “! Un General nunca se agacha a recoger cosas, ¡Qué bárbaro es usted Domiro!” (Ibíd. 52)
En Jalisco, se tenía planeado la visita a un pueblo cerca de Zapopan, la comitiva había llegado de Colima. Nadie del equipo conocía el camino a San Gabriel. Colosio comió y se dirigió a su habitación a bañarse y le pregunto al General “¿ Todo listo Domiro? En 20 minutos bajo y nos vamos ¿Ya tiene la ruta?”
Domiro asentó que sí, la verdad era otra. Sólo preguntando a la gente del hotel, sería como llegarían a San Gabriel. Bajo Colosio, el convoy del candidato, emprendió el camino. Se decía que, del hotel al pueblo, no eran ni 20 minutos. Transcurrieron 30 minutos, luego 40 y al final una hora, sobre un camino de terracería.
Luis Donaldo sentado en la parte de atrás de la camioneta le grito a Domiro “¡Ya nos perdimos General! ¿Si preguntó bien?”
El convoy se detuvo en una gasolinera y allí los empleados, les dijeron que iban en sentido contrario. Cuando llegaron a San Gabriel, después de hora y media, la gente ya se había marchado.
II
Los integrantes del Estado Mayor al ver esta serie de sucesos o errores por parte del equipo de seguridad. Le fueron advirtiendo a Domiro que Colosio era muy delicado en cuestiones de su seguridad, no le gustaba estar lejos de la gente. Su carácter se había tornado cada día más violento, rudo y osco hacia sus asistentes.
¿Qué hacer? Colosio no crecía como candidato, su equipo de asesores encabezado por Alfonso Durazo – Hoy gobernador de Sonora e integrante de MORENA – buscó afanosamente el debate con Cuauhtémoc Cárdenas a quien confiaban aniquilar. “Lo mueve el rencor” decía Luis Donaldo.
Pero sobre todo deseaban tener el debate con ese maestro de la oratoria, que era “El Jefe” Diego Fernández de Ceballos. Los dos eran extraordinarios maestros de la oratoria. Y también buscaban el mini debate con Porfirio Muñoz Ledo, asesor de Cárdenas. Ese día del debate sería el día clave para que la candidatura de Colosio despuntara.
Antes del 4 de marzo de 1993 – 64º aniversario de la fundación del PRI – Colosio se reunió con los historiadores Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín para pedir su apoyo y consejos a fin de encontrar un nuevo discurso, distinto al de Salinas y su ‘Solidaridad’.
Krauze aceptó, escribiría el discurso del 4 de marzo, el famoso “Yo veo un México con hambre y sed de justicia”, basado en el discurso de Martín Luther King de 1968 “Yo Tengo un Sueño”.
Han pasado 29 años y hoy se le recuerda a Colosio por ese sólo discurso. Fue el discurso de su vida, con el cual marco su distancia con Salinas. Cuenta Julio Sherer, director de Proceso que Colosio dos días antes del 4 de marzo, llegó a sus oficinas y le recitó el discurso, estaba contento, efusivo y Sherer lo dejó hablar, y al final preguntó “¿Ya lo leyó Salinas?” (Estos Años, Ed. Océano, 1995, p. 120).


III
Colosio con su discurso del 4 de marzo de 1993, aceptaba que ni la modernización del Estado ni la solidaridad de Salinas habían podido acabar con la pobreza y desigualdad en México. Comenzaba el despego hacia su jefe.
Pero era un hombre del norte del país, de Sonora, del desierto y como tal era terco, seco, duro y una y otra vez quería estar en el norte del país. Aceptó ir a Tijuana ese lugar donde viven los que no desean estar en sus tierras. Lomas Taurinas, un barrio pobre, sin servicios, ni calles pavimentadas.
Cuenta Domiro “Cuando llegué a supervisar el lugar del mitin de Colosio, le dije a uno de mis asistentes’ ¡cómo permites que pongan ese templete aquí! era un cañón sin salidas y con una única entrada que era la misma salida” (Ibíd. 60).
Lo demás es historia. Lomas Taurinas fue el escenario de su muerte, frente a decenas de personas cayó muerto Luis Donaldo a las 17:12 pm, su equipo de seguridad se vio rebasado, el general Domiro poco pudo hacer para evitar el fatal disparo que privó de la vida a Colosio.
A lo lejos la “Culebra” a ritmo de banda daba el último adiós a Luis Donaldo. Hay vidas trágicas y la de Colosio fue una de esas. Nació sólo para morir. Estuvo a punto de ser presidente de México. No llegó su hora. La mala hora lo marco.
Domiro García Reyes en 1998 fue ascendido a General Brigadier por Ernesto Zedillo y se le mando a Francia como agregado militar. Nunca pudo ser el jefe del Estado Mayor Presidencial.
Más tarde fue jefe de seguridad pública en el Estado de Veracruz, ¡donde siempre se negó hablar con la prensa y sólo exclamaba “! ¡De lo más alto donde estuve, caí a lo más bajo con la muerte de Colosio!”
La pregunta es ¿Domiro y su equipo en realidad pudieron haber evitado el asesinato de Colosio?

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