Por. Luis Román

El Otoño del Patriarca o Los Dictadores en la Literatura Latinoamericana.



“Piensa en el futuro hijo,
No te quiero ver pidiendo
Caridad con un sombrero
En la puerta de una iglesia si
Mañana o más tarde no lo permita
Dios te quitan de la silla.
Si al menos fueras obispo o navegante,
pero no sirves sólo para mandar…”

El Otoño del Patriarca



I
Gabriel García Márquez siempre fue un admirador de “Pedro Páramo” (1955) del mexicano Juan Rulfo. En 1982 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura. La academia sueca, no resaltó su obra más famosa y traducida a más de 40 idiomas “Cien Años de Soledad” (1967); no, la academia se refirió a otra obra, “El Otoño del Patriarca” (1975).
Cuenta Gabo que desde siempre quiso escribir sobre los dictadores que han existido en América Latina. El mismo fue amigo de Fidel Castro, quien le obsequió una casa en la Habana y de Omar Torrijos de Panamá, caudillo que obtuvo que el Canal fuera de Panamá. Así como de la junta de gobierno de Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua.
“El Otoño del Patriarca” (Ed. Bruguera, México, 1979) se sitúa en el Caribe, y describe el ejercicio autoritario del poder. Un dictador cruel, quien sufre ‘Mamitis’, su madre Bendición Alvarado, es la única persona que lo acepta y ama.
“Estoy cansada de rogarle a Dios que tumben a mi hijo, porque eso de vivir en la casa presidencial, es como estar a toda con la luz prendida” (Ibíd.pág. 34).
Los dictadores siempre aseguran el futuro de sus familias. “Bendición Alvarado había de vivir muchos años lamentándose de la pobreza, peleando con las sirvientas por las cuentas del mercado y hasta saltado almuerzos para economizar. Sin que nadie se atreviera a revelarle que era una de las mujeres más ricas de la tierra, que todo lo que el acumulaba con los negocios del gobierno lo registraba a su nombre de ella” (Ibíd.pág. 84)

Gabo comenta que “El Otoño del Patriarca” es un poema en prosa. Y tal vez tenga razón. El aire que se respira al leerlo, es cálido, al ambiente del caribe, Y cada palabra y metáfora se hace realidad.
Gabo fue continuador del Realismo Mágico, que brillo en las obras de Juan Rulfo. “Y vienen los marines y dijeron madre, no hay de otra excelencia. Se llevaron en piezas numeradas los ingenieros náuticos del embajador Edwin para sembrarlo lejos de los huracanes en las auroras de sangre de Arizona, se lo llevaron con todo lo que tenía adentro, las sirenas milenarias, y nuestros ahogados” ( Ibíd.pág. 120).
En Suecia durante la entrega del Nobel, declaró que le debía tanto a Rulfo, que si de él estuviera la posibilidad. Le hubiese entregado el Premio al mexicano. Presumía sin orgullo alguno que se sabía de memoria “Pedro Páramo”.
En América Latina, los dictadores llegan al poder con autoridad, no con conocimientos. Su madre comenta “Si yo hubiese sabido que mi hijo iba a ser presidente de la república, lo hubiera mandado a la escuela” (Ibid. pág. 130).
El ejercicio del poder se hace en la calle, se imponen decisiones. Eso no requiere de estudio. La propia madre lo pobretea “Allí donde ustedes ven su carroza de entorchadas, mi pobre hijo no tiene ni un hoyo en la tierra donde caerse muerto, después de tantos años de servirle a la patria” (Ibíd. pág. 145)
Sin embargo, el dictador siempre está sólo, desconfía de todo y de todos. El poder engendra soledad.
II
Los dictadores creen y están seguros que lo que hacen es por el pueblo. Son como sus padres. Y su poder se refleja en sus caprichos de mover y deshacer tradiciones y hábitos. “Había sido tan grande su poder, que alguna vez preguntó ¿Qué horas son? Y los guardias le habían respondido ‘Las horas que usted ordene General’ (Ibíd.pág. 156).
¡Admirador del poeta Rubén Darío – amigo de dictadores – lo llevó a su isla en el Caribe y al escuchar sus versos exclamó “! ¡Carajo! ¡Cómo es posible que este cabrón escriba todo eso que la misma mano, con la que se limpia el culo!”
Se apoya en los pobres, porque ellos creen en él, ¡aunque él sabe que ellos nunca saldrán de su pobreza porque tienen inscritos un destino fatal “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo!” (Ibíd. pág. 167)
El tiempo y las enfermedades son enemigos naturales de los dictadores. Pareciera que llegan tarde al poder porque “no hay mayor castigo más humillante ni menos merecido para un hombre que la traición de su propio cuerpo” (Ibíd. pág. 328).
Los cargos se reparten en los gobiernos autoritarios, no por capacidad de los hombres, sino por lealtad. Así como hoy MALO dice que su gente está con él, porque tienen un 95% de confianza y un 5% de capacidad.
Bajo esa lógica no es de extrañar que el mejor método de selección del personal sea este “tú capitán, tú mayor, tú a coronel, qué digo, tú general, y todos los demás tenientes, qué carajo compadre” (ibíd. pág. 65)
El dictador no sabe leer ni escribir, estampa su huella digital en los decretos. Hasta que Leticia Nazareno, una de sus mujeres, decide convencerlo de que es necesario y vital que aprenda a leer y escribir “Leticia lo sentaba todas las tardes de dos a cuatro en un taburete escolar para enseñarle a leer y escribir. En las reuniones de ministros interrumpía las sesiones para cantar ‘mi mamá me mima’. Y otras veces ordenaba ‘que nadie se acerque a cinco metros de esa puerta que voy estar muy ocupado aprendiendo a leer y escribir “(Ibíd. pág. 245)
Hacia suyas a las mujeres que se antojaba, a sus criadas las tomaba mientras cocinaban o barrían. ¡Las tiraba en el suelo y sin quitarse la ropa les hacía el amor mientras las mujeres ya ni les sorprendía sus métodos “! Ay general…oye fulana, te encargo el arroz, no se vaya a quemar, ¡voy a verlo cuando termine!”
El poder se debe de reflejar en el uso del cuerpo y de los placeres. Así que se rumoro que “se estimaba que en el transcurso de su vida debió tener más de cinco mil hijos, todos sietemesinos con las incontables amantes” (Ibíd. pág. 65).
“El Otoño del Patriarca” es quizás la novela más acabada de la literatura latinoamericana que retrata magistralmente el poder y la soledad de los dictadores.

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