El Lobo Estepario
(3º Parte)

Por. Luis Román


“Creí que escribir era la vida y veo que la vida es amar a una mujer
Y sobre todo ser amado por esa mujer”
I
Harry Haller ha probado a la joven Hermine, esta simplemente lo ha seducido, y lo ha llevado a la cama, donde ella manda, ella ordena y donde es su terreno. La erudición literaria y filosófica que tanto detentaba Haller, han quedado debajo de las sábanas y de la cama donde, “El Lobo Estepario” ha entrado no sólo al interior de la bailarina, sino a un mundo que no conocía.
Un hombre enamorado es un fácil cordero en manos de una mujer que conoce el mundo, ella misma le dice “Quiero más de ti, quiero que te enamores de mí, te gusto, pero no estás enamorado de mí todavía” (Ibíd. pág. 80).
El hombre aprende a veces más tarde que la mujer a vivir. En la mujer cuerpo y alma son uno, en el hombre hay una separación de estos elementos. Comúnmente cuando la mujer se entrega, es porque se siente amada. El hombre puede fingir amor para tener a la mujer. Por ello, a veces su conocimiento de la vida, del amor y sexualidad no es del todo certero.
La mujer tiene prisa de vivir, de conocer y reconocer su cuerpo. No importa que a veces se lo entregue al hombre equivocado. Diría Alfonso Reyes “A veces las mujeres se vuelven locas de tener un cuerpo tan divino y sensible” (Antología, Ed. FCE, 1990, pág. 90).
Julio Sherer García, el gran periodista, narró y vislumbro este tema en su libro “La Pareja” (Ed. Plaza Janes, 2005, México) donde expone esa desigualdad de lo vivido entre el entonces presidente Vicente Fox y Martha Sahagún.
Recuerda Fox sobre su adolescencia “Para eso de las novias mis hermanos y yo, fuimos malos y peor aún para el baile. En las fiestas mi padre se dedicaba a pedirles a las muchachas que por favor nos sacaran a bailar. Yo no era noviero, para nada. Prefería salir con mis amigos. Los sábados y domingos los dedicábamos al deporte” (ibíd. pág. 24).
El mundo de las mujeres es otro, es buscar al otro, sentirse admirada, deseada, y ser tocada. Bailar para la mujer es sentir y lucir su cuerpo. “Mundana, Martha aventajaba a Vicente Fox en la vida. Fox no fue noviero, fue tibio con las mujeres y ella supo de los bailes desde jovencita – ‘ tuve novio desde los 12 años de edad – Fox sufrió un matrimonio infértil – adoptaría 4 hijos – y ella tuvo tres hijos con su esposo” (Ibíd. Pág. 45)
Fox no tiene nada de atractivo como personaje literario, no fue ni es un hombre de letras o de filosofía. Fue un empresario metido a político. Pero resulta un ejemplo cercano a lo que le ocurre a Harry Haller.
Hermine le dice “recuerda Harry, el juego del amor parece a veces tan insaciable y sin embargo, se termina pronto. Has de acostumbrarte a la vida y debes de aprender a reír” (Ibíd. pág. 82).
Así es Harry Haller, el extraño hombre de 50 años o más, erudito en letras y filosofía quedó atrapado entre las piernas y el sexo de la joven bailarina. Pasar una noche junto a Hermine, era tocar el cielo, era saber que estaba vivo y reconocer que mucho de su vida era simplemente inútil. “Volví a vivir bajo las estrellas mi vida de amoríos” (Ibíd. 87).
Harry Haller entiende a su edad que una mujer es la vida y maestra de lo que desconocía de la vida. Al final de su encuentro recuerda “Me había dejado el perfume de su rosa sexual, tan plena y fragante. Me había permitido recorrer toda la noche una y otra vez, todos los senderos y malezas de su jardín, comí del fruto del árbol del paraíso” (Ibíd. 94)

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