(2º. Parte)
En el fondo de la tarde está mi hermano muerto
que se ha quedado como una ventana
que nadie se acordó de cerrar esta tarde;
una ventana por donde la noche, el viento y la lluvia
entran apagando sus luces
y golpeándolo todo.
I
8 – Nov – 2024
6. 45 AM.
“Juan durmió bien. Esta tranquilo” fue el mensaje matutino que Francisco envió ese viernes por la mañana. Después de 22 días de estar en el hospital y 20 en la UCI, parecía que la salud de mi hermano se restablecía.
Han sido días pesados, de inquietud, zozobra, de volvernos a ver entre los hermanos. Si algo nos caracteriza es la indiferencia. No somos muy expresivos. Quizás herencia de mi padre. Mi madre era más amorosa. A veces nos cuesta trabajo expresar los sentimientos.
Por lo menos, yo he aprendido, que las palabras encerradas en la boca, no sirven de nada. La boca se convierte en un estanque sucio si las palabras no llegan a los oídos que necesitan escuchar nuestros sentimientos.
Desde que Juan está en el hospital, mi rutina ha cambiado. Ahora me levanto 4.30 am para asear a sus mascotas. Cambio la arena de los gatos, arreglo la jaula de los pájaros, el agua de las tortugas, y les doy de comer a los peces y tortugas. Reyna lo extraña.
El iba por ella a la secundaria, y le invitaba un raspado de tamarindo o una bolsa de papas fritas. Juan hizo amistad con padres y vendedores. Hoy brilla por su ausencia.
Reyna esta angustiada.
8.30 AM
Suena mi celular, es Francisco
Pako “Bueno…Luis…”
Yo: “¿Cómo estás? ¡Que durmió bien Juan, verdad?
Pako: (silencio)…Se acaba de ir…no despertó…Juan ya murió…
El silencio se impone, Juan no despertó, se quedó dormido. Me viene a la mente, esa imagen que tantas veces me daba ternura y coraje. Juan bebía su cerveza o su tequila o ambos, y antes de las 2 de la tarde, se quedaba dormido, sentado en su silla de mimbre, con un gesto de gusto. Muchas pensé que tal vez se dormía pensando en ver a mi madre.
La muerte de mi madre lo invistió, lo arrolló, fue algo que nunca pudo superar. La muerte es como ese primer abrazo que nuestra madre nos da a recibirnos en este mundo.
Mi madre que tanto quiso a Juan, termino abrazándolo junto a su seno. Ella siempre tuvo temor que Juan muriera en la calle o abandonado. Hoy Juan descansa en el sueño eterno. Se ha ido sin despedirse como siempre lo hizo en reuniones familiares. Se salía sin despedirse. Sin llamar la atención. Siempre discreto.