Por. Luis Román

“La lluvia me da miedo, porque a veces me veo muerta
y otras veces es a ti, a quien veo muerto”.

I

Catharine es posesiva, trata a Henry como “mi niño”. Han establecido una relación sin muchas reglas, ahora están juntos, pero la guerra los puede separar. Se tiene que vivir el ahora, el momento.
Ella tiene una obsesión: “La lluvia me da miedo, porque a veces me veo muerta y otras veces es a ti, a quien veo muerto”.
El tiempo transcurre y el embarazo evoluciona. Cerca de los ocho meses, Henry ha pasado de ser u chofer a un paisano, y ella ha dejado el uniforme de enfermera.
Se han establecido en un hotel, allí se han seguido amando, pero no todo es miel sobre hojuelas. Nadie pasa desapercibido y Henry llama la atención.
Una noche el Barman toca a la puerta de la habitación y le dice “Señor, he escuchado que mañana temprano será detenido y llevado a prisión por haber desertado. Huya, yo tengo un bote allá abajo, puede usarlo, cruzar el lago y llegar en tres o cuatro horas a Suiza. Pero salgan ahorita”.
¿Qué hacer? Katherine tiene ocho meses de embarazo. Al final, la despierta y le explica la situación, se alistan para salir. Suben a la barca, ya ha liquidado la cuenta, para no despertar sospechas. Cruzan el lago en medio de la lluvia y la noche. Al amanecer, llegan al pueblo. Allí la guardia costera los detiene, les pide sus documentos. No pasa nada, se hacen pasar como un joven matrimonio.
Se instalan en un hotel. Días después ella, comienza a tener los dolores del parto. Henry la lleva al hospital. El médico la revisa, le dice a Henry, que no se alarme, será un parto sin problemas. Éste sale a comer, bebe cerveza y regresa al hospital.
Una enfermera le pregunta “¿Ya sabe? Le hemos estado hablando a su hotel”.

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