( 1º Parte)

Por. Luis Román
Todo lo que vemos o sentimos
es solo un sueño dentro de un sueño.
Edgar Allan Poe
I
La ausencia de un ser querido tarde o temprano nos arrolla, eso es indudable, nos cambia para bien o para mal. Se fue mi hijo en 2013, y sufrí su muerte. Pero, Dios me escucho. Le pedía que él se fuera primero, porque si yo moría antes ¿Quién lo vería?
Murió en mis brazos, se acabaron esos 15 años de estar atado a una silla de ruedas, tomando medicamento y convulsionando. Murió mi madre, pero ella parecía que ya lo advertía con meses de anticipación. “Ya no voy estar hijo, ya me voy ir. Tú padre ya vino a verme” y así fue. Ella murió camino al hospital, murió en brazos de mi hermano juan y a bordo del auto de mi hermano Néstor una tarde lluviosa de mayo.
Mi hermano Enrique, se interno en el hospital para ser intervenido de una cirugía de la columna. Días antes nos mando un mensaje por celular, encargándonos a su familia “Se está despidiendo” pensé. Ingreso al quirófano y se complico. Nunca pudo recuperarse y murió en el hospital.
Mi padre murió de cirrosis, su alcoholismo pudo más que su voluntad. Y Juan de un de repente comenzó a no poder respirar, no se atendió y termino en el hospital en la terapia. No se dio cuenta que dejo este mundo.
La muerte ha tocado en la puerta de la casa de mi familia nuclear. Y esto a veces te lleva a preguntarte ¿Y ahora quien sigue?
II
El inconsciente es un abismo donde van a caer nuestras dudas y temores más escondidas que llevamos en el alma. Y de buenas a primeras, comienzan a salir a la superficie y te matan.
Comencé un jueves por la tarde, pasadas las dos de la tarde. Me dolía la cabeza, tome un analgésico. Y más tarde volví a casa. Llegué y salí con mi hija a hacer unas compras. Ya en casa calenté la comida y nos sentamos a la mesa, departimos y hablamos de cómo le había ido en sus clases. Del conflicto ente Pakistán y la India.
Escuchábamos el radio, “La Hora de Juan Gabriel”; cuando de repente, comencé a sentir un escalofrío que me recorría de pies a manos. Un hormigueo en la parte posterior de la cabeza y en la coronilla. Nunca había sentido esas sensaciones. Por un momento, me comenzó a faltar el aire en los pulmones.
Reyna me hablaba, yo no le ponía atención. Pero vi que me miraba de una forma interrogatoria. Me levante a caminar. Mis manos eran ajenas a mi cuerpo. Reyna se levantó y se fue a su recamara.
Transcurrieron 30 o 40 minutos. Y el malestar paso. Me tome la presión era alta 130/ 100. ¿Se me subiría el azúcar? No soy diabético, pero quizás el analgésico me altero. Temí un derrame cerebral, algo semejante ocurre. Algo me pasó.
III
Paso el viernes, era el día de la comida que la asociación de padres de la secundaria, ofrecía. Tenía que ir. Y acudí. Hubo pollo en adobo, espagueti con crema, pastel y refresco. En esos instantes volví a sentir el hormigueo en los dedos de los pies y cierto vértigo. No quise alarmar a Reyna que estaba ahí. En ese momento la directora le dijo delante de todos los profesores “Estarás en la escolta de la escuela”.
El convivió se amenizó con música no duro mucho tiempo. De 12 del día a 2 de la tarde.
Cargando cazuelas, cucharas y manteles, abordamos un taxi mi hija y yo. Llegamos a casa. Descansamos y el hormigueo en la cioronilla me volvía. Decidimos ir al cine a ver “Misión Imposible”. La función era a las 8 pm. No había mucha gente.
Ya en el cine, la respiración no era normal. Trate de exhalar e inhalar oxigeno. No quise decirle a reyna.
Nos regresamos a casa. Nos fuimos a dormir. Al día siguiente. Sábado, hicimos el aseo de la casa y de los animales. Salimos a hacer compras y ya por la tarde. Fuimos a la casa de Yolanda, mi cuñada y esposa de Enrique.
Llegaron mis hermanos y sobrinos. Comimos consomé y tacos de barbacoa. Se partió pastel. Y llovió, cayó un aguacero. Salimos de allí, cerca de las 11 pm
Seguía sintiendo las manos y pies hormigueados. Algo me estaba pasando y no era nada normal.