Por. Luis Román

Usted decide cuál artículo quiere que publique.
El primero es gratis,
El segundo le saldría en cincuenta mil pesos.

Carlos Denegrí

Voy a ser franco, don Leobardo – gobernador de Zacatecas en 1954. Denegrí cruzó la pierna con desenvoltura—. No le pedí esta entrevista para hacerle preguntas sobre su gestión como gobernador. Se la pedí porque he recibido noticias muy alarmantes de los malos manejos de su administración.

—Ah, caramba —Reynoso frunció el ceño—. Debe tratarse de algún infundio.

—Me temo que no —Denegrí sacó de su portafolio una carpeta azul—. Los datos que tengo son fidedignos, de lo contrario no lo molestaría. Ya tengo escrito el artículo donde expongo los desfalcos y los abusos que me han reportado.

Le extendió un par de cuartillas engrapadas, con el título “Rapiña zacatecana”. El recuento de corruptelas empezaba con una denuncia de los desfalcos a los bancos Agrícola y Ejidal, que sólo concedían créditos a los amigos del gobernador, mencionados con nombre y apellido, dejando en el abandono al resto de los agricultores. […]

La cara de Reynoso pasó del verde al morado y al terminar la lectura soltó un ronco gemido.

—La información que usted maneja es falsa. Mi gobierno ha justificado hasta el último centavo de las erogaciones presupuestales ante la autoridad competente.

—Obran en mi poder pruebas documentales de todo lo que afirmo —Denegrí lo traspasó con una mirada de gavilán—, y tengo en la incubadora una segunda parte del artículo, en la que denuncio su enriquecimiento de los últimos años, con los registros notariales de su hacienda en Juchipila, la casa de Polanco, las dos que tiene en Cuernavaca, su yate fondeado en la bahía de Acapulco y los dos hoteles de paso que ya abrió en la Ciudad de México: el Canadá y el Marlowe. Pero tranquilícese, licenciado, no vine aquí en pie de guerra. Si quisiera perjudicarlo ya habría publicado todo lo que sé de usted. Yo no lastimo la reputación de nadie sin darle una oportunidad de negociar. También escribí un artículo donde usted sale muy bien parado. Léalo, por favor.

Era un panegírico donde ensalzaba las virtudes cívicas de un “zacatecano ejemplar” que en los cuatro años de su gobierno había impulsado la agricultura, la minería y la industria hasta colocar a su estado en los primeros lugares de productividad a nivel nacional. […]

Cuando el gobernador terminó de leer le volvieron los colores al rostro y con un pañuelo se limpió el sudor de la frente. En tono de marchante mefistofélico, Denegri le propuso un trato “conveniente para ambas partes”:

—Usted decide cuál artículo quiere que publique. El primero es gratis, el segundo le saldría en cincuenta mil pesos.
Transcribo y retomo este largo fragmento de “El Vendedor de Silencio” (Ed. Alfaguara, 2019). Escena con la cual yo iniciaría la película o la serie basada en esta obra literaria, guiño de un guionista desempleado para quienes estén interesados en hacerlo, porque me resulta indispensable para ejemplificar una de las formas en las que el novelista Enrique Serna muestra cómo el periodista Carlos Denegrí amasó una fortuna al ejercer, quizá, la forma más oscura y rapaz que haya dado el periodismo en México a mediados del siglo XX.



II
La violencia contra las mujeres no es nueva, ni se acabará. Desde San Agustín en sus confesiones escribe “De pequeño vi a muchas mujeres, golpeadas por sus maridos”.
En 2019, el escritor Enrique Serna rescató y escribió la vida del periodista Carlos Denigri (1910 – 1969), en “El Vendedor de Silencio” (Ed. Alfaguara, 2019). Considerado ‘El mejor y más vil’ periodista de México en los años 60’s. Novela que obtuvo el Premio Mazatlán.
He terminado de leer las 485 páginas del “Vendedor de Silencio”, vale la pena comprar y leer la novela de Serna.
Aunque el autor, aclara desde un principio dos puntos: No existe material biográfico ni bibliográfico sobre este periodista que durante los años 40’us y 50’s fue el más influyente y temible en las páginas de Excélsior.
Denigri fue maestro de Luis Spota, Julio Sherer, y contemporáneo de Daniel Cosío Villegas, Gastón García Cantú. Su relación con los presidentes de México, secretarios de Estado, gobernadores, personajes históricos fue tal. Que hizo gala de su talento a través de sus reportajes.
Pero detrás de este excelente periodista, se escondía un hombre corrupto, borracho, y sobre todo un enfermo de síndrome de Otelo. Denigri tuvo 4 o 5 casamientos, y a todas sus mujeres las maltrató, las humilló, las celó. Hasta que su última esposa, desesperada de tanto golpe y humillación, lo mata a tiros, con la propia pistola del periodista.
Doy en estas líneas, un resumen la versión escrita por Linda Denegrí. Le cedo la palabra a la mujer. Y en una segunda entrega hare un resumen de la novela de Enrique Serna y las lagunas históricas que olvidó llenar.
Carlos Denigri muere en 1970 de un tiro por su propia esposa, quien se defendió de una de las golpizas que acostumbraba.
“Abrí el cajón donde guardaba la pistola, a tientas localicé el frío objeto y salí. Llevaba el arma me vio y enojado me dijo: ‘¿A dónde vas hija de la chingada? Levantó la mano en la que llevaba en la mano un vaso, en ese momento pensé lo más terrible, traté de cubrirme la cara para que no me golpeara con el vaso, en esa fracción de segundo, se escuchó el estruendo de la detonación. ¡Maté a Carlos! ¡Pero fue en defensa propia, motivada por el trato que me daba siempre!” (Linda Denegrí, Yo Maté a Carlo Denegrí, Ed. Oasis, 1975).





III
¿Quién fue Carlos Denegrí?  Hijo de un embajador de México en Grecia, descendiente de italianos.  Poliglota, traductor, trabajó en Excélsior, en los años 50’ s, junto a Luis Spota y Julio Sherer. Discípulo de Salvador Novo, compañero de Rafael Solana el dramaturgo.
Su fuente fue la política, rápido se hizo amigo de políticos, Secretarios de Estado, presidentes. En el México de ese entonces, todos querían ser como Carlos Denegrí.
En los 60’s Julio Sherer lo admiró, Luis Spota lo envidiaba, Daniel Cosío Villegas lo odiaba. Quien era su enemigo, estaba perdido. Su columna “Miscelánea Política” era la más leída en ese entonces.
Denegrí es influyente, insulta, veja, golpea, intimida, humilla. A una sirvienta suya, que supo, engañó a su esposo, la saca a pasear por paseo de la reforma atada de las muñecas.
El presidente López Mateos ofrece una fiesta en su cumpleaños, acuden gobernadores, secretarios de estado, artistas, escritores. Llega en una carroza monumental, y hace esperar al mismo presidente.
Ganó dinero a raudales, entrevistó a Kennedy, a Indira Gandhi, Fidel Castro, Juan XXIII, Charles De Gaulle, a Perón. Ningún periodista se le comparaba.
Escribe Julio Sherer “Era el más vil y el mejor de los periodistas”. Carlos Denegrí, en los 60’s parecía tenerlo todo: Era un hombre apuesto, culto, ganaba lo que quería. Pero tenía dos defectos que terminaron con su vida: Amaba y Odiaba a las mujeres. Era un caballero en su sano juicio, con algunas copas de vino encima, era un desconocido. Era una bestia.
Aquí el testimonio de su última esposa, Linda, quien, por defenderse de una de las tantas palizas, terminó accionando la pistola que Denegrí siempre portaba.

IV
Recuerda Linda la forma de trabajar del mejor periodista de México “Siempre que escribía algo importante, no tomaba hasta concluir. Escribía rápidamente, la máquina volaba en sus manos, al terminar, pedía una botella de coñac y vasos” (Ibíd. p. 45).
Linda lo admiró y se enamoró de ese hombre que era celebre “Las llamadas diarias continuaban, las esperaba ansiosamente. Me gustaba que me hablara. No le importaba que fuera divorciada y con dos hijos” (Ibíd. p. 45).
El noviazgo no es prolongado, a los pocos meses se casan, y comienza el infierno para la joven y bella Linda.  Borracho la celaba, le recriminaba su pasado, su matrimonio, sus hijos. La insultaba delante de la gente, muchas veces la golpeó frente a todos. ¡Más de una vez la encerró en su propio departamento “! ¡Aquí no puedes coquetearle a nadie! ¡Sé quien eres! ¡Eres…una puta! ¿Termine también con tus recuerdos? ¡Desprecio lo que eres!” (Ibíd. p. 50)
Denegri tenía 58 años y Linda 32, esta abismal diferencia de edades, daba pie a un mar de celos.
¡Al día siguiente, venía la reconciliación y el perdón “! No fui yo, te lo aseguro, ¡es el maldito vicio que me tiene atrapado! ¡Nunca he insistido con una mujer como lo hago contigo! Sólo tú me puedes ayudar a desterrar el alcohol de mi vida ¿No te das cuenta que tú no eres una aventura? Lo miraba y le respondía
‘! Carlos, la felicidad no la voy a encontrar contigo!’ me tomaba de las manos y lloraba como un niño!” (Ibíd. 65).

V
En una ocasión, llegando de una fiesta, discutieron por que Linda no dejo de bailar con un amigo de la juventud. Ella salió del auto, él ya borracho, enciende el auto y se lo avienta. La atropella. Llegó la policía, lo detuvieron, pero nunca piso la delegación.
Ella desesperada e internada en el hospital español, le suplica “¡Por qué no me matas de una vez? ¿Por qué tanto odio? ¿Así trataron a tu madre? ¡Acaba de una vez Carlos!” (Ibíd. 78).
Carlos de nuevo suplica “! ¡Perdóname! ¿Crees que soy un alcohólico? Voy a darte gusto, iré al psicólogo” (Ibíd. p79).
La pareja viaja por todo el mundo, Carlos Denegrí es el mejor periodista del México de los 60’s. Adolfo López Mateos lo hace su amigo, Gustavo Díaz Ordaz lo cobija con el famoso ‘Chayote’. Cobra en diversas Secretarías de Estado como empleado y nunca asistió a trabajar.
Jacobo Zabludosky lo emplea en sus noticieros. Nadie lo iguala. De Nuevo Carlos es soberbio, arrogante, ve a todos de arriba abajo, sabe de su talento. Sus compañeros lo aborrecen por sus escándalos y desplantes.
Julio Sherer recuerda que, en más de una vez, ¡llevaba a prostitutas a la casa de Linda y borracho gritaba “! ¡Arriba puta, que acaba de llegar una señora!”  Y se encerraba con la meretriz en su estudio. Mientras Linda, asustada, cobijaba a sus hijos.
Misógino “Las mujeres son incapaces de alcanzar estados de éxtasis ¿Sabes por qué? ¡Son unas bestias! ¡Las he conocido a todas! ¡Intelectuales, actrices, oficinistas y putas!” (Ibíd. 90)
¡Muchas veces Linda le preguntaba para disipar los problemas “! ¿Qué quieres que haga para complacerte? ¡Que ya no seas pendeja!” (Ibíd. p. 95)
Es 28 de diciembre de 1969, mes de fiestas, de celebraciones, no ha dejado de beber Carlos Denegrí. En casa ha golpeado a Linda cuantas veces ha querido, ha empezado a golpear a los hijos de ésta.
Es 31 de diciembre, última noche de 1969 y esta por nacer una nueva década, 1970. Será la última noche del mejor y más vil de los periodistas. Recuerda Linda “Abrí el cajón donde guardaba la pistola, a tientas localicé el frío objeto y salí. Llevaba el arma me vio y enojado me dijo: ‘¿A dónde vas hija de la chingada? Levantó la mano en la que llevaba en la mano un vaso, en ese momento pensé lo más terrible, traté de cubrirme la cara para que no me golpeara con el vaso, en esa fracción de segundo, se escuchó el estruendo de la detonación. ¡Maté a Carlos! ¡Pero fue en defensa propia, motivada por el trato que me daba siempre” (Linda Denegrí, Yo Maté a Carlo Denegrí, Ed. Oasis, ¡1975)!
Pese a que los estudios de balística comprobaron que la pistola automática se disparo accidentalmente. Linda vivió un calvario, para obtener la libertad bajo caución.
La servidumbre llama a la policía, es detenida y llevada al reclusorio de Santa Martha. Se le condena a 11 años de prisión. Los amigos del matrimonio, la abandonan en la cárcel, el presidente Díaz Ordaz no hace nada por Linda. Le duele la muerte de su amigo.
Fueron 11 años de vivir lo peor, nadie quiso saber nada de Linda, salió a mediados de 1981. De aquella bella y linda mujer, que era quedó un espectro. Escribió su libro, que nadie compró y quedó en el olvido. Historia de una infamia.

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