Enoc: El Viajero de Dios a Otros Mundos.
(2º Parte)

Por. Luis Román


Y Miguel – el Arcángel – me levantó y me llevó frente
a la presencia de Dios. Y el Señor les ordenó
‘Dejen a Enoc frente a mi presencia dentro de la eternidad’.
Libro de Enoc.
I
Enoc el viajero de Dios, ese hombre que no murió y ascendió a otros cielos o mundos, donde hay vida distinta a la nuestra.
Enoc es llevado al 5º cielo, habitado por una raza extraña, de gigantes mudos. Silenciosos, llamados Grigori “de humana apariencia y su talla mayor a la de los gigantes con caras marchitas y sus bocas en perpetuo silencio” (Ibíd. 30).
Preguntó Enoc el porque de estos seres, y sus ángeles protectores le comentaron que estos seres, llamados Grigori, habían rechazado la luz y verdad de dios, habían bajado a la tierra y habían visto a las mujeres que eran bellas y en su piel nacía el placer y la delicia de la carne. Las tomaron, secuestraron y las violaron, no contentos con ello, se las intercambiaban y así fue como nació esta estirpe maldita.
El viaje tenía que continuar, y Enoc fue llevado al 6º cielo habitado por ángeles radiantes. Estos ángeles eran los encargados de cuidar la llegada de las cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno, así como de los mares.
“Y me condujeron al 7º cielo y allí vi un ejército de arcángeles y seres con muchos ojos, y me entro miedo y comencé a temblar de gran terror y mis guardias me dijeron:
– Ten valor Enoc, y me mostraron a Dios, quien a lo lejos estaba sentado en un trono muy alto de oro, plata y marfil. Donde Dios estaba era el décimo cielo y pregunté ¿puede haber otro cielo donde vive Dios?
– Sí, el 10º cielo, es Dios, en hebreo se llama aravath” (Ibíd. 33)
Sin embargo, para sorpresa de Enoc, sus guardianes lo abandonan en el séptimo cielo. Se marchan y él, desconsolado, llora y se arrepiente de haber dejado el mundo y a su familia.
Esos seres le dan temor, ángeles y querubines con 6 alas y muchos ojos lo rodean. A la vez que le cantan a Dios. En ese momento el arcángel Gabriel se apareció – el mismo que había anunciado a María la buena nueva de que iba a dar a luz a Jesús. El mismo que se llevó a los cielos a María al verla Cristo sufrir por su muerte y resurrección, ese que se apareció a Mahoma y le ordenó predicar una nueva religión –
Gabriel tomó a Enoc, lo abrazó y le dijo “Ten valor Enoc, no temas, levántate de la faz del señor dentro de la eternidad, y ven conmigo”. Gabriel tomó a Enoc como una hoja seca de otoño y lo llevó frente a Dios, y entró al 8º cielo “llamado Muzaloth donde hacen el cambio las estaciones, de sequía, de humedad y los doce signos del Zodíaco. Y vi el 9º cielo donde están las moradas celestiales de los 12 signos del zodiaco” (Ibíd. 35).
Lo que ha visto Enoc mortal alguno jamás lo ha visto ni lo vera. Enoc puede considerarse más que el viajero de Dios, también podría ser su mensajero. Es el único profeta en la Biblia que da testimonio de otro tipo de vida y seres distintos a los que habitan la tierra.
En el 10º cielo llamado Aravath, ahí estaba Dios iluminado, Enoc tenía miedo, pavor, nada entendía y Dios le dijo “Ten valor Enoc, no temas ponte de pie frente a mí y entra a la eternidad, y Miguel – el arcángel – me levantó y me llevó frente a la presencia de Dios. Y el Señor les ordenó ‘Dejen a Enoc frente a mi presencia dentro de la eternidad’.
Y Dios le dijo a Miguel ‘Ve y lleva a Enoc y despójale de sus vestiduras y úntalo de mi ungüento y ponle las vestiduras de mi gloria” (Ibíd. 37)
Dios mismo, ese que había creado el mundo en 7 días, que había enojado por la desobediencia de Adán y Eva, ese que había escogido a Moisés como el guía de su pueblo escogido. Estaba ahí pidiendo que Enoc estuviera frente a él, compartiendo sus ropas, su aceite y su presencia.
Dios ordenó al arcángel Pravuil “Saca los libros de mis archivos y una caña rápida de escribir y entrégasela a Enoc, facilítale los libros que han sido escritos por tu mano. Y Pravuil me contó de todas las obras del cielo, el mar, la tierra y de las cosas humanas. De todo lo que te contado, he escrito. Siéntate Enoc y escribe sobre el alma humana y de la eternidad que has visto, porque todas las almas han sido preparadas para la eternidad, desde antes de su formación en el mundo. Y durante 30 días y 30 noches yo escribí como me fue dictado un total de 366 libros” (Ibíd. p. 38).
Enoc el escriba, el mensajero y viajero de Dios anotó y escribió lo que Dios quería que nosotros, los humanos supiéramos.

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