Enoc: El Viajero de Dios a Otros Mundos.
(3º Parte)
“Como la naturaleza de cada hombre en esta vida es obscura,
de este modo son también sus conceptos, nacimiento
y partida de este mundo. A la hora que fue concebido, a esa misma hora murió Enoc”
Libro de Enoc
I
Enoc el mensajero y viajero de Dios, el hombre que escribió durante 30 días y 30 noches la historia que los arcángeles sabían acerca de la historia del universo y el mundo. Y de todos esas noches y días salieron 365 libros, que hoy simplemente no existen. ¿Dónde quedaron? Esa es la gran interrogante a responder.
Cuando terminó, Dios le mostró que detrás de la oscuridad del universo habita la luz. Y que los seres que él creó, siguen siendo malvados, además le confeso otros secretos jamás contados a otros seres “Enoc toma mis palabras, porque ni aún a mis ángeles he contado mi secreto, y yo tampoco les he dicho de su ascensión, ni de mi infinito dominio como tampoco ellos han entendido mi acción creativa que hoy te digo a ti” (Ibíd. p.39).
Dios le muestra en retrospectiva los siete días en los cuales creó el mundo y el universo, día con día con todos los detalles. Enoc será así el primer mortal en ser testigo de la creación. Es quizás en ese momento el amigo de Dios.
El tiempo transcurre para los mortales y el tiempo de conversar ha terminado. Enoc ha sido testigo de hechos que jamás mortal alguno lo fue. Dios, entonces ordena a sus arcángeles “Y el Señor les dijo a los primeros hombres que me llevaron arriba, ‘dejad que Enoc baje con vosotros a la tierra y aguardad hasta el día determinado. Y por la noche ellos me dejaron en mi cama” (Ibíd. p. 57).
Enoc regresa a casa sano y salvo, entonces llama a su hijo Matusalén y pide que reúna a toda la familia en torno del viajero de Dios. Una vez reunidos, les hace una crónica pormenorizada de todo lo que vio, escucho y platicó con Dios. Su familia no sale de su asombro.
En primera instancia no saben si creer tal narración, o darle crédito. Enoc tiene en sus manos los libros que él escribió, que narran la historia del tiempo, del universo y el mundo.
“Tomen estos libros de la escritura a mano y léanlos. Porque los libros son muchos y en ellos ustedes aprenderán de todas las obras del Señor, porque no hay otro excepto el señor ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los abismos ni siquiera en el principio, sólo él” (Ibíd. p. 67).
Enoc ya no sentía deseo por nada, había sido ungido con aceite de Dios, y su cuerpo y alma estaban exentas de pasiones humanas terrenales. Su misión en esta tierra había terminado.
De esta manera Dios envió a la tierra una gran nube de oscuridad que cubrió toda la tierra y “los hombres que lo cuidaban tomaron a Enoc y lo subieron al más alto cielo, donde vive Dios, y él lo recibió y lo colocó delante de él, y la oscuridad terrenal se desvaneció y de nuevo apareció la luz del sol” (Ibíd. p. 91).
II
Enoc estuvo con Dios, murió el mismo día y hora en que nació “Como la naturaleza de cada hombre en esta vida es obscura, de este modo son también sus conceptos, nacimiento y partida de este mundo. A la hora que fue concebido, a esa misma hora murió Enoc” (Ibíd. p. 91).
Bajo esta óptica quienes mueren el mismo día que nacieron son dichosos. Su vida termina en el mismo día de su cumpleaños. Enoc fue un ungido, un iniciado que la historia bíblica ha tratado de olvidar y borrar. Sin embargo; su historia ahí queda. Perdura como un misterio o como una omisión por parte de quienes ordenaron los 66 libros de la biblia.
Matusalén y toda su familia alzaron un altar en el sitio llamado Achuzan, de donde Enoc fue llevado a la altura celeste. Al igual que la virgen María o Mahoma, Enoc se elevó al Cielo y murió para estar en la eternidad con Dios. Una vez que conoció sus cielos y las criaturas que el señor creó.
No estaban tristes sus familiares, todo lo contrario “se regocijaron por tres días, alabando al señor que les había enviado esta señal a través de Enoc” (Ibíd. p. 92). Enoc fue un mensajero y viajero de Dios. Un ser divino.