Enrique Gorostieta: A 94 Años de su Muerte.

Por. Luis Román



“Le pido a Dios
Me dé fuerzas
Para esta prueba…”
Enrique Gorostieta


I

A lo largo de la historia existen personajes considerados ‘malos’, ‘perversos’, ‘malditos’ que simplemente la memoria colectiva debe o debió olvidar. Entre los más celebres están Antonio López de Santa Anna, Victoriano Huerta, Gustavo Díaz Ordaz o Carlos Salinas entre otros.
Durante buena parte del siglo XX, la llamada ‘Guerra Cristera’ que ocurrió entre 1926 y 1929, por la intolerancia e intransigencia tanto del general Álvaro Obregón como de Plutarco Elías Calles entre 1920 y 1929, quienes fueron presidentes del país.
Ambos no entendieron ni comprendieron que cualquier enfrentamiento con los grupos religiosos, tarde o temprano, iba a terminar en masacre. Es bien sabido que la iglesia católica desde siempre se ha opuesto al surgimiento de los estados laicos, en el caso de México, la guerra de reforma, así lo demostró.
En 1926, Plutarco Elías Calles decreta una serie de leyes que ordenaban el cierre de las iglesias católicas, de seminarios y conventos, así como la cárcel para los sacerdotes y creyentes que oficiaran y escucharan misa.
Esto sin duda, fue la mecha que le permitió a la cúpula de la iglesia, incendiar la llama de una rebelión civil llamando a todo el pueblo católico a oponerse y tomar las armas contra el estado revolucionario laico y comunista, que se avecinaba.
Al grito de “Viva Cristo Rey”, miles de campesinos y obreros humildes de diversas regiones, pero sobre todo de Durango, Zacatecas, Jalisco, Guanajuato, Estado de México, Aguascalientes, Colima acudieron al llamado de la iglesia y protegieron a los sacerdotes, sus templos y defendieron sus terrenos de la presencia del ejército federal.
El poder espiritual de la iglesia contra el poder político, esos fueron los dos actores que se enfrentaron en esa llamada ‘Guerra Cristera’. Una de las guerras civiles más crueles y despiadadas que México haya conocido en el siglo XX.
II

En ese contexto se ubica la presencia y figura del general Enrique Nicolás José Gorostieta Valverde, quien había nacido el 18 de septiembre de 1890 en la ciudad de Monterrey, en el Estado de Nuevo León.
Gorostieta, provenía de una familia porfirista, de buena posición social y económica. Su Padre, del mismo nombre habría sido senador de Nuevo León con Porfirio Díaz, Secretario de Hacienda y justicia con Victoriano Huerta.
Enrique Gorostieta ingresó al colegio militar en 1906. En 1911 obtiene el grado de teniente de artillería y acepta el servicio de las armas. Durante su estancia en la institución militar, conoce a Felipe Ángeles como director del Colegio Militar.
En 1914 es ascendido a coronel brigadier, y es mandado a Veracruz, para defender el puerto de las tropas invasoras de USA.
A la renuncia de Huerta, Enrique Gorostieta, se licencia y viaja a USA, Cuba y Europa. Son los años de 1918 y 1920.
En 1922 contrae matrimonio con Gertrudis Sepúlveda con quien procrea 4 hijos: Enrique que muere al nacer en 1924, en 1925 su esposa vuelve a tener otro varón y es bautizado de nuevo con el nombre de Enrique, dos años más tarde nacerá Fernando y en 1928 Luz María, a quien nunca conocerá.
Al estallar el conflicto religioso, la iglesia católica mexicana y el Vaticano, necesitan de un hombre que organice las tropas cristeras.
Es entonces que Gorostieta parece ser el indicado. Se le contrata para dirigir y coordinar al ejército cristero. Se le pagaran $ 3, 000 pesos oro al mes. Mismos que deberán entregarse a su esposa.
Durante mucho tiempo, esta visión dará a Gorostieta la idea de haber sido un mercenario más. Incluso historiadores de la talla de Jean Meyer en su obra clásica “La Cristiada” (Ed. Siglo XXI, México, 1980) así lo señala.
Sin embargo, en 2012, su nieto Eduardo Gorostieta, dona a la Universidad de Nuevo León las cartas que el general Enrique Gorostieta había dirigido a su Esposa. En ellas, se sabe que sólo recibió tres meses de sueldo y no más. Es decir, la cúpula de la iglesia católica lo había abandonado.
Sin embargo, el general Gorostieta, no abandona la lucha ni la organización militar por la cual fue contratado. Su compromiso sigue hasta su muerte.
Los enfrentamientos entre el ejército federal y las tropas cristeras, fueron más que crueles. Sanguinarios, existen testimonios que así dan testigo: los soldados de ambos lados, eran deslenguados, castrados, enterrados vivos, a las mujeres se les violaba en el atrio de la iglesia, les cortaban la cabeza.
Esta guerra absurda no tenía futuro, y duro tres años. No habría ganadores ni perdedores. Se llegó a tal punto que incluso se pensó que en los sombreros del ejército federal se colocarían imágenes de la virgen de Guadalupe en contraste con las imágenes de cristo rey, que traían los cristeros. Una guerra de odio religiosa, siempre saca a relucir lo peor del ser humano.
La iglesia católica quería llegar a un buen acuerdo con el Estado y pacto el fin del conflicto. Sin embargo, el general Gorostieta, consideraba que negociar en esos momentos era una traición a la causa.
De esta manera, se plantea un armisticio y entrega de armas, Gorostieta se opone. La orden sale del Vaticano, hay que eliminar al general rebelde.
En la hacienda del Valle, en Atotonilco el Alto, cae en una emboscada, es herido en la pierna. Aún en ese estado, les pide a sus soldados huir, el tiempo no alcanza, tropas federales entran en las penumbras de la noche y disparan indiscriminadamente. Asesinando al general cristero.
Es el 2 de junio de 1929, 19 días después, el presidente Emilio Portes Gil, el arzobispo de Michoacán, y de Tabasco, así como el delegado del Vaticano por orden de la santa sede firmar la paz teniendo como testigo al embajador de USA Dwight Morrow.
Pese a la firma de paz, el ejército federal en muchos lados de la república, siguió asesinando a los cristeros.
Se cumplen 94 años de la muerte y traición de un hombre que durante muchos años cargo el peso del desprestigio de ser un mercenario.

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