Paola Gallo: El Misterio.
(2º Parte)

Por. Luis Román


– Luis Román –

Si las puertas de la percepción quedaran depuradas,
Todo se habría de mostrar al hombre tal cual es:
Aldous Huxley

I

En Agosto de 2017, visité el Ejército de Salvación, en su bazar de la Colonia Morelos, en la calle de hortelanos, frente al mercado de peces Jesús Carranza. A las 11 am abren sus puertas, y mucho revendedor acude a comprar libros, muebles, ropa o chácharas. El día era nublado, por la madrugada había llovido, el cielo gris ocultaba los rayos del sol. Hacía frío, el encargado abrió y la gente entró. De inmediato fui a los anaqueles de libros, de reojo vi el material expuesto, nada sorprendente. Hasta que una de las encargadas, me dijo
“! Mire aquí una caja, ahí chéquele; hay libros…creo de medicina, a ver si le interesan!”.
Era una caja de archivo muerto, mojada, y efectivamente contenía, revistas, cuadernos, y libros. Una etiqueta blanca señalaba “Los Libros de Paola”. Mis manos se sumergieron en la caja, fueron apareciendo diversos títulos: Delacroix, J. “Encuentro con la Psicoterapia” Ed. Cuatro Vientos. Fagan, “Teoría y Técnica de la Psicoterapia Guestáltica”. Ed. Amorrortu. Miller, M. J. “Fenomenología y Terapia Gestalt” Ed. Cuatro Vientos. Perls, S.; Hefferline,R ; Goodman, P.”Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad” Ed. CTP. Entre otros. Media caja contenía libros de psicología.
Algo  extraño sentía al ir hojeando cada libro, un olor a humedad, naftalina, y cartón viejo y mojado me iba inundando. Hubo un momento que pensé levantarme y dejar todo en paz. Un escalofrío me abrazo de pies a cabeza, junto a mi se detuvo uno de los Mayores – Autoridad en el Ejército de Salvación – me tomó del hombro, yo estaba en cuclillas revisando el material y me dijo “! Si se lleva toda la caja, se la dejo en $200, ya tiene mucho tiempo en la bodega y no sé porque siempre se nos olvida bajarla!”. ¿$200? ¡Era una ganga! No dude. La tome y me dirigí a la caja. Pague y tomé un taxi que me llevara a casa, comenzaba a llover.
II
Al abordar el taxi, el olor a humedad y a naftalina, se propago por todo el auto. El taxista me pregunto “! Oiga amigo…en esa caja lleva un muerto ¿o qué? Huele muy mal!”
No respondí, el cielo se iba nublando más, hasta llegar a ser una paloma con las alas abiertas. No sé, pero percibía algo anormal en mi persona, como que de pronto no era yo. Me sentía ajeno a mi mismo, por un instante me mire en el espejo retrovisor y no me identifique con la persona que se reflejaba en el cristal ¿Sería yo ese hombre?
Llegamos a casa, le pague al taxista, baje, abrí el zaguán, y corriendo fui a la biblioteca. Abrí la puerta, y cayeron varios libros de la montaña de los mismos que tengo en el piso. Puse la caja en el piso, comencé a revisar cada uno de los libros. De inmediato me llamó la atención, que en la primera página de ellos, estaba escrito el nombre Paola Gallo y la fecha de compra ¿Paola? ¿Gallo? ¿Sería posible? ¿Había adquirido parte de la biblioteca de la hija del Señor Gallo?
En unos cuadernos de raya, forma francesa, había anotados una especie de diario personal. La letra de Paola era clara, diminuta, y precisa, siempre con bolígrafo de gel negro. Al tener en mis manos sus libros y notas personales me surgió la interrogante ¿Por qué su padre decidió deshacerse de estas joyas? ¿O alguno de los secuestradores vendió los libros? ¿Sería posible?
Un granizo inesperado comenzó a golpear las ventanas de la biblioteca, un olor fétido a agua podrida se apoderó de la biblioteca. Opte por salir, y deje sin arreglar los libros de Paola.


III
Semanas después, recibí una llamada, era Bernadette, una posible cliente que había visto mi página de Te Hago Tu Tesis, me preguntaba sobre el costo de una tesis de maestría cuyo título era “El proceso del Autoconcepto en personas con obesidad y sobrepeso en psicoterapia Gestalt”. ¿Teoría Gestalt?
De momento, le dije que me mandara lo que tenía avanzado, una vez revisado le daría mi presupuesto. De momento, pensé ¿Tengo material? ¡Claro el material de Paola!.
Por la tarde, abrí el email, y revise sus avances, no tenía ni pies ni cabeza. Marqué a mi compadre, quien estudió algo de psicología y le reenvié el documento y de plano me dijo “! Si no sabe de esto, mejor ni se meta en líos!”. Me dejo en las mismas. Acudí con una conocida que era psicóloga, tampoco me supo orientar. ¿Qué iba hacer?
Acudí por la noche a revisar el material de Paola, el silencio que nace de las bibliotecas es único. Las voces de los autores se escuchan, se perciben. Cada vez que tomaba un libro sentía algo raro. Como si alguien estuviera junto a mi, sentía una presencia que no veía, un escalofrío me recorría de pies a cabeza.
Me imaginaba las manos delgadas y blancas de Paola como palomas al escribir sobre sus cuadernos. Muchas veces soñé esta escena. Y despertaba sobresaltado. Abría los ojos, y seguía percibiendo la mirada de alguien en la oscuridad, abrazaba a Reyna y procuraba conciliar el sueño.
Fueron días aciagos, y sólo por la noche disponía de tiempo, para dedicarme a leer y escribir sobre el tema de Bernadette. Recostaba a Reyna, encendía la lámpara de escritorio así como la computadora, y me arrimaba la caja de libros de Paola. La noche me envolvía en su silencio, la lluvia en ocasiones interrumpía mis pensamientos y la luz de los relámpagos partía en mil pedazos mi rostro.

IV
La parte metodológica de la tesis, la entendía, la terapia Gestalt, no es tan sencillo de entender y explicar. De verdad me desesperaba este tema, pero Bernadette me había ofrecido muy buen dinero y no podía desperdiciar esta oportunidad.
Al bloquearme, cerraba los ojos, y en mi mente aparecía un estudio elegante, repleto de libros, un lujoso escritorio de caoba, y sentada en un sillón una joven frágil, de cabello negro, delgada, que me sonreí y con su mano derecha me pedía ir con ella. Abría los ojos, y misteriosamente, había aparecido un párrafo escrito en el trabajo de Berna, que no era de ella y que yo no había escrito ¿Entonces quién?
Leía el párrafo y concordaba con lo expuesto. La primera vez que me ocurrió pensé que había sido un lapsus, algo que me llamaba la atención, era que se desprendía un aroma a gardenias por toda la recamara. ¿Sería la lluvia que al bañar el jardín ocasionaba esto?!Pero en casa nunca he tenido gardenias!
Nunca supe cómo escribí y termine de escribir esa tesis de psicología, cuando le mandaba los capítulos a Berna, de inmediato se los llevaba a sus lectores o sínodos, y horas me felicitaba ¡Dime la verdad! ¿Verdad que eres psicólogo?!Eres genial!
¿Yo psicólogo? No había noche que soñará con la imagen de esa joven en el estudio. Días antes de concluir el texto, y estando sentado frente al monitor, me atreví a preguntar “¿Quién eres? ¿Porque me ayudas? ¿Eres Paola?”…No recibí respuesta, se imponía la lógica, cerré la máquina y me fui a dormir.
Transcurridas unas horas, me despertó una tenue luz que golpeaba mis ojos, los abrí, lo primero que vi, era la computadora abierta y encendida…me levante de súbito, la lluvia no cesaba, los rayos iluminaban las penumbras, iba a cerrarla, cuando vi que la página Word en donde había preguntado, había unas frases en cursivas y en rojo: “Soy Paola..Cuida mis libros..dile a Papá que estoy bien..No me olvides…”
Sentí que la noche se me caí a los pies, cerré de inmediato la computadora. Fui a la cama, abrace a mi hija. Y desde entonces, no he vuelto a tocar los libros de Paola. Quienes cuando entró a la biblioteca, sólo me observan y percibo su mirada penetrante. Tampoco pude contactar al Señor Gallo. Es la primera vez que cuento esto.

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