Por. Luis Román

(2º Parte)

“Le presenté a los cubanos.
Y simpatizó con ellos
De inmediato…”
Hilda Gadea.
I
Ernesto conoció a Fidel en casa de María Antonieta, desde ahí su vida aventurera, sino da un giro, por lo menos tendrá un bagaje teórico. Fidel tenía 30 años y era un hombre convencido de realizar una revolución que transformara a Cuba. Era un lector asiduo de Martí, Marx y Lenin. Y sobre todo era un encantador de masas, con esa oratoria que lo hacía único.
En 1956 escribe Ernesto a su padre “Un líder cubano me invitó a ingresar a su movimiento y yo acepté. Mi futuro revolucionario está ligado a Cuba. O triunfo o muero allá, del futuro no sé qué será de mí” (Epistolario en el Tiempo, p. 105)
Hilda da a luz a una niña el 15 de febrero de 1956 (moriría el 21 de agosto de 1995, a los 39 años). Y Cuenta “Ernesto quería que fuera niño, pero se alegró. El primero que nos visitó y vio a la niña, fue Fidel, quien la cargo y dijo ‘Esta niña se va a educar en Cuba. Y no sé por qué le creí” (Ibíd. p. 152).
El nacimiento de la niña, no cambio los proyectos insurgentes de Ernesto. Los fines de semana iban a entrenar a Chalco, y esto a veces le molestaba a Hilda, quien se quedaba con todo el peso de cuidar a la cría, el gasto familiar y no estar con su esposo. “Me iba al cine con la niña, a veces me molestaba y Fidel se daba cuenta de ello; y mejor se iba” ( Ibíd.p.158)
La dirección federal de seguridad detiene a todos los cubanos en junio de 1956, y los lleva a las instalaciones de Miguel Shultz en la colonia San Rafael. Fernando Gutiérrez Barrios no los tortura por intervención del general Lázaro Cárdenas. Hilda también es detenida y Fidel le pide que se vaya. Ernesto permanecerá dos meses más en la cárcel.
Hilda lo visita jueves y domingo, lleva de comer y comida. Un buen día, de septiembre El Che llega a casa y le dice que Fidel a planeado adelantar los planes. Nos veíamos en Cuautla “le gustaba cuidar a la niña, mientras yo guisaba”
Es noviembre y una tarde las visita, mira a Hilda y le dice “Es posible que muera, pero la revolución va a triunfar’. Lo abrace y me beso los cabellos, luego se fue” (Ibíd.181).
La idea era que consiguieran dos barcos y salir de Tuxpán, no fue así, sólo pudieron adquirir uno, y tuvieron que dejar algunos combatientes en Veracruz.
El 2 de diciembre de 1956, la prensa publicó que el ejército de Batista había matado a los rebeldes. “Yo me alarmé y lloré, pero días más tarde, me habló el padre de Ernesto diciéndome que sabía por un amigo que trabajaba en el consulado de Argentina en Cuba, que estaban vivos y en la selva. Eso me dio alegría” (Ibíd.182).
II
Para que se sintiera en compañía los padres de Guevara enviaron boletos de avión, para que Hilda viajara a Buenos Aires, y así poder conocer a su nieta. Así lo hizo Hilda. Pese a que Ernesto no era religioso, sus padres bautizaron a la niña.
Después Hilda viajo a Perú con sus padres. Pasaron tres largos años que Ernesto se había despedido ¿Qué sería de él? Era ya un hombre importante. Había tomado Santa Clara, sus fotos y declaraciones aparecían en todos los diarios de América Latina.
Había dejado de ser Ernesto y ahora era “El Che”, ministro de Industria. El joven médico y aventurero se había transformado. Sus sueños de ser un viajero del mundo, los trastocó Fidel Castro.
Era ya tiempo de saber qué iba a pasar con ese romance y familia, recuerda Hilda “Llegué a la Habana el 21 de enero de 1959, Ernesto me recibió en el aeropuerto y con su franqueza me habló directo, tenía otra mujer que había conocido en Santa Clara. Lo escuche y acordamos divorciarnos” (Ibíd. p. 202).
Ella lloró, Hilda que había presentado a los cubanos a Ernesto, y lo había introducido en el pensamiento marxista, hoy le decía adiós por otra mujer. Recuerda “Al ver mi dolor, me miro y dijo: ‘Mejor hubiera sido morir en el campo de batalla’.
Lo escuché y le dije: ¿Seremos amigos y camaradas como siempre, ¿verdad?
– Sí claro – dijo y me abrazó
Sabía que él estaba llamado a transcender para la historia, no era mío, ni sería de otra mujer” (Ibid. 202)
Hilda se quedó a vivir en la Habana, a veces le permitía a Ernesto llevarse a la pequeña Hildita con su nueva mujer e hijos.
II
¿Qué hacer con dos mujeres? El matrimonio con Hilda sólo duro 4 años. Hilda representó ese respiro y calma que el joven aventurero necesitaba para cobrar conciencia revolucionaria.
Cuando llegó a Guatemala, trabajó en un hospital y allí supo del gobierno nacionalista de Jacobo Árbenz, pero fue Hilda quien le llevó de la mano a leer, a discutir y a presentar a los cubanos del movimiento 26 de julio.
Ella en México, no evadía con su insistencia de casarse. Cuando lo hicieron, fue porque ella estaba encinta. Allí conocieron a Fidel Castro, y Ernesto, de ser el médico, para ser “El Che”.
¿Qué fue Hilda para el Che? ¿Y el Che que fue para Hilda? ¿Fueron una aventura? ¿Quién le aportó qué a cada uno?
En las memorias de Aleida March, la segunda esposa del Che, recuerda y piensa como mujer que pelea un hombre “Che comenzó hablarme, por primera vez, sobre su vida personal. Me confeso de la existencia de su esposa peruana, Hilda. Me habló de incomprensiones, noté desamor y me di cuenta que no la amaba. Creo que no eran buenos sentimientos lo que los unió” (March, Evocación: Mi vida al Lado del Che, Ed. Espasa, Madrid, 2006, p.78).
Dos mujeres que marcaron la vida del médico aventurero. Con Hilda, Ernesto cobró conciencia de la revolución. Con Aleida vive la revolución y continuara sus aventuras en el Congo y Bolivia, última estación de su vida.

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