4ta Parte
“El pañuelo de gasa,
Me lo dio ella.
Recuérdame de vez
En cuando…”
Che Guevara
I
El Che se ha convertido en ‘Ramón’, un rico ganadero uruguayo que se desea instalar en una región cocalera (siembran hoja de coca) en Ñacahuazú, Bolivia. Los narcomenudistas se acercan a la gente que acaba de llegar. Su negativa a comprar hoja de coca llama la atención.
En su diario del Congo, escribió “Esta es la historia de un fracaso”, y el diario de Bolivia comienza “Hoy comienza otra etapa de mi vida”. Será la última. Ernesto, ha aprendido a matar gente, se ha endurecido. Cree en la vía armada como método de transformación. Y sabe y conoce los riesgos de esa vía.
En Bolivia no encontrara la respuesta anhelada, Bolivia no es Cuba, ni él es Fidel Castro. Quiere probar su teoría del ‘Foquismo’. La CIA lo sigue, así que la dictadura del General Barrientos, solicita ayuda al Departamento de Estado, un grupo de ‘Rangers’, es destacado en la serranía junto con el ejército boliviano.
Textos como el de Federico Arana “El Che y Otras Intrigas: La Inteligencia Militar y la Captura del Che en 1967” (Ed. Planeta, 2010, Colombia) y “Ñacahuazú: La Guerrilla del Che en Bolivia” (La Paz, 1969, Ed. Diógenes) son dos libros que dan cuenta de la persecución del Che y su grupo armado.
El Che medita en la soledad de la selva y se da cuenta que su proyecto no tendrá un buen fin. Escribe a sus hijos que nada recuerdan de él, “Si todavía hay imperialismo, saldremos a combatirlo, y con Camilo iremos de Vacaciones a la luna” (Che Guevara, Epistolario en el Tiempo, p. 338).
Las dictaduras que rodean Bolivia se alistan a cercar desde sus fronteras a la guerrilla del Che. No hay suficientes pertrechos ni alimentos. Las últimas fotos del Che en octubre de 1967, muestran a un hombre con el cabello largo, con su uniforme militar desgarrado y sin botas, se ataba a los pies, pedazos de tela. El asma no lo deja, y pese a estas adversidades, no deja de escribir su célebre diario.
II
Recuerda Hilda “En octubre lo supe, porque el propio Fidel me mando a buscar. Lo tomé con calma, no quise llorar frente de él. El día 18 se efectuó una velada solemne en la plaza de la revolución. Fidel fue el único orador. Me pidió estuviera allí, la verdad no tenía ánimos” (Ibíd. p. 224).
La derrota sorprendió a Guevara bajo un árbol, el ejército boliviano, capturo al grupo guerrillero. Sin saber quién era. Hasta que horas más tarde fueron trasladados al pueblo de la Higuera, y allí, los oficiales lo interrogaron y confesó su identidad. La CIA no dudo en dar la orden: Matar al Che. No quería mártires.
La orden estaba en clave “¡Dale saludos a Papá!”; el mayor Mario Terán, sería el encargado de matar al Che, que estaba herido de las piernas y no podía sostenerse en pie.
“! ¡No tiemble, sólo va a matar a un hombre!”, fue la propia orden que el Che le grito a Terán quien había tenido que beber alcohol para darse valor. El militar disparo, y mató al Comandante Ernesto Che Guevara.
Años más tarde (1997) se sabría que la CIA ordenó cortarle las manos y la cabeza al cadáver del Che para enviarlas a Washington. En ese año, el gobierno de Bolivia ya con Evo al Frente, ayudo al equipo médico forense de Cuba, para repatriar los restos del Che en Cuba.
Mismos que fueron recibidos por Fidel y la hija del Che, Aleida. En una ceremonia luctuosa que ha hecho historia.
El diario del Che en Bolivia, así como otros libros – Canto General y Algebra de Baldor, así como un cuaderno de notas – fueron a parar a la inteligencia boliviana. Y no faltó quien, a cambio de un puñado de dólares, vendiera el diario a Cuba.
Recuerda Aleida “Fidel me llamó y me pidió de favor trabajar con un equipo de grafólogos para interpretar la letra del Che en su diario. La secretaría de Manuel Piñeiro, ayudó en esta labor, no sé si Fidel me llamó para ayudar o solo para que yo tuviera en mis manos esas páginas de quien tanto amé” (Ibíd. p. 229)
El diario del Che se publicó en junio de 1968 y se distribuyó de manera gratuita en toda la Isla. ¡Desde entonces se formó en grupo ‘Pioneros’, niños de edad prescolar y primaria que, junto a sus labores académicas, ¡aprenden oficios y actividades para ayudar a la comunidad y antes de ingresar a los salones gritan al unísono “! ¡Pioneros por el Comunismo, yo quiero ser como el Che!”
Aleida nunca olvidó aquel pañuelo de gasa que le dio al Che, cuando este se había herido y ambos lo guardaron como un testimonio de su amor. Al llegar la urna mortuoria con los restos del Che, Aleida le pidió a su hija “En su urna, mi hija depositó el pañuelo de gasa que le di cuando salió herido en una batalla de 1956” ( Ibíd.p.228).
Lástima que las cosas así siempre acaben mal. El Che encontró la muerte porque, siempre buscó la muerte. La desafío y ese fue su final. En tanto Aleida e Hilda se quedaron con sus hijos y recuerdos, amargos recuerdos.