Por. Luis Román



“¡Muchacho! Ese hombre tiene alrededor de 40 años.
El hizo de mí, lo que soy ahora hace 20 años.
Es joven, nunca envejece, ¡porque dicen que vendió su alma al diablo!
¡estúpido ese es Dorian Gray!”
I

Dorian Gray, es un joven engreído, vanidoso. Su madre de quien heredó su belleza, había sido actriz de teatro y su padre un paria. Dorian ambiciona y que, a través de su belleza, puede alcanzar éxito en la vida.
Asiduo asistente al teatro, se enamora de Sibil Vane, una bella actriz que interpreta obras de Shakespeare. Dorian ama la bohemia, las mujeres y es aficionado al opio.
Basil le ha obsequiado el cuadro con la promesa de no exponerlo en galería alguna y no venderlo jamás.
Dorian ama verse en el cuadro, incluso llega a envidiar la belleza que emana del cuadro. Con el paso del tiempo, se da cuenta que el cuadro va adquiriendo un gesto burlón y una sonrisa macabra. Por cada pecado que Dorian comete, el cuadro se va transformando.
“Por cada pecado que cometiese, habrá una mancha que acompañara y destrozara la hermosura de su rostro. El retrato será el emblema visible de su conciencia” (El Retrato de Dorian Gray, Ed. Porrúa, México, p. 68)
II
Dorian representa al narcicismo, al hombre que no quiere envejecer, pero Wilde va más allá y escribe algo que hoy es una verdad “El vicio se muestra en el rostro de los hombres y mujeres. No puede estar oculto. No hay  vicios secretos. El vicio se refleja en la cara, en las líneas de la boca, en la caída de los párpados o en la mirada” ( Ibid. 76).
El individuo lleva consigo el cielo y el infierno. Ni somos santos ni demonios. Dorian Gray engaña mujeres, se droga, apuesta y goza la vida. Lo que le importa es vivir su belleza y a la vez le aterra ver que su cuadro va adquiriendo esas arrugas que lo van desfigurando. Le da tanto terror, que lo quita de la sala y lo lleva a un cuarto apartado y oscuro. Ahí debe de estar ese monstruo que delata el estado de su alma.
Dorian se enamora de la actriz, acude al teatro para verla y darle un anillo de compromiso. Sin embargo, la chica esa noche actúa fatalmente, el príncipe encantador, como le llaman, se enfurece y la regaña, y rompe el compromiso, ella llora y sale corriendo. Al día siguiente, se sabrá que se quitó la vida.
Dorian no se inmuta con la noticia, su amigo el pintor, le dice que algo le pasa, que demuestra su verdadera alma. El príncipe encantador lo cita en su casona, allí lo lleva al cuarto oscuro donde guarda el cuadro, al ver su obra hecha un asco, su amigo se asusta, es tarde, Dorian “Le hunde el cuchillo en la arteria, detrás de la oreja, una y otra vez” (Ibid. p.90).
El príncipe encantador, sale de su casa y cruza Londres, en busca de ayuda, se adentra en los suburbios de prostitutas, famaderos de opio, y ladrones. Busca a un amigo químico que le puede ayudar a deshacer el cadáver.
Allí entra a un fumadero de opio “Aquellos seres raros y desaliñados yacían sobre colchones rotos y sucios. Sus miembros retorcidos, sus ojos dilatados y opacos, el opio los llevaba a paraísos torturados” (Ibid. 105)
Allí Dorian se mueve como pez en el agua, entre las penumbras de la noche es sorprendido por un hombre tipo marinero, que lo amaga y lo intenta acuchillar, pero el reflejo de la luna ilumina su rostro joven.
El marinero dice “Disculpe usted, ando buscando a un hombre que engaño a mi hermana, pero él hoy tendría unos 40 años y usted es apenas un joven de 20 años, perdón, váyase” (Ibíd.106).
Dorian corre y sale despavorido del lugar, se trata del hermano mayor de Sibil, quien juro matar al culpable del suicidio de su hermana. El marinero, es interceptado por una prostituta que vio todo y le reprocha “Por qué no lo mataste, se lo merecía”. Y el marinero responde “Era sólo un muchacho”.
Y ella, le recrimina “¡Muchacho! Ese hombre tiene alrededor de 40 años. El hizo de mí, lo que soy ahora hace 20 años. Es joven, nunca envejece, ¡porque dicen que vendió su alma al diablo! ¡estúpido ese es Dorian Gray!” (Ibid. p. 167).

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