Por. Luis Román



I
Lo compré el sábado 16 de marzo, era antes del medio día. Normita y Don Neto apenas estaban acomodando la mercancía que vende el Ejército de Salvación: ropa, libros, aparatos eléctricos, zapatos y otras cosas.
Uno de los ‘Coyotes’ – Revendedores de libros – me dijo, cuando me vio saludar a Normita “! Ahí llegó algo de libros, chécalos a ver que te llevas!”. En el fondo del puesto que arman y desarman todos los días, está una mesa y ahí había una pila de libros y una caja de enciclopedias. Me dirigí a revisar el material bibliográfico ¡Albricias! En primer plano mis ojos vieron y localizaron “Sara Montiel: Memorias: Vivir es un Placer” Ed. Plaza Janes, 2000. ¡Hace cuántos años lo estuve buscando!!Sarita!!Hermosa! lo tomé, lo hojee y junto con otros los tomé. En estos días el dinero ha escaseado, y le expresé a Normita “¿Normita, me aparta estos libros o me los llevó y le pagó el lunes?” y noblemente me miró, fijó sus pupilas en mí y me dijo “! Llévatelos, Tú los necesitas, a ti te sirven, escribes en el periódico!”.
Me regresé con el ánimo de haber obtenido un triunfo, llegué a casa, me puse a escribir una tesis que me encargaron y más tarde fui por Reyna a la Escuela Católica, donde va, ese día había sido el retiro espiritual de 2º grado.
Por la tarde, no hice otra cosa que hojear y admirar la belleza de Sarita Montiel. Comúnmente no leo un libro hasta no forrarlo; rompí la regla. Sarita me seduce.




II
Inicio la semana, llevó diario a Reyna a la escuela; y en la formación, tienen la costumbre de rezar. Ella siempre me dice “! Papá hoy le pedí a Dios y a mi Hermanito que te ayuden!”. En respuesta la abrazo y la beso. Uno siempre es el hombre mejor para las hijas.
Sarita Montiel tiene algo que me atrae, y no dejé de leer y sobre todo admirar el rostro tan lindo y simétrico de la actriz española. Hasta el día miércoles tuve tiempo para comprar hule cristal y por fin lo forre junto con otros libros. Fue una semana intensa, gracias a Dios y a los rezos de Reyna, tuve trabajo de corrector de estilo.
Ese día por la noche, supongo que serían las 2 o 3 de la mañana, un sueño extraño me despertó. Soñé que visitaba a mi madre junto con Reyna, entraba a su casa – donde ahora vivo – era una tarde nublada, entraba a su comedor, estaba ella sentada, cansada, inmóvil en su silla de ruedas y me decía “!Ay hijo tu hermano Juan te tiro unos libros, se los dio al joven de la basura!”. Al escuchar esto, salí corriendo tras el carrito de la basura “! Oye espérate!” le gritaba al joven, detenía su camino, y efectivamente ahí estaban un montón de libros y en la superficie de la pila “El Otoño del Patriarca” y “La Muerte de Artemio Cruz!” de la colección Biblioteca Bruguera. Me desperté con cierta angustia, volvía a ver a mi madre, después de cinco años de que murió. Ya tenía mucho que no la soñaba. En estos días difíciles la he pensado y extrañado. No conté a nadie este sueño, mi madre es mía en mí.
La noche del jueves no dormí, comencé un trabajo que me encargaron y tenía que terminarlo y entregarlo el viernes. Fue un trabajo del trasero, pero logré concluirlo. Lo mande antes de que rayara el sol y le di las gracias a mi patrona y a Dios. El viernes fui a la Central de Abastos a comprar pescado para Reyna. Después de ir por ella a la escuela, fui a la peluquería. Y comimos el filete que había comprado con arroz, papas y lechuga.
Por la tarde, los ojos se me cerraban de sueño, no pude escribir el artículo, le pedí disculpas a mi editora, estaba rendido. Ya no soy un jovencito, antes podía no dormir toda una noche leyendo y escribiendo. Hoy prefiero despertarme a las 3 o 4 de la mañana, pero dormir algunas horas. El tiempo no quiere a nadie. Ese día no acudí a ver a Sarita Montiel. Caí en la cama como un roble.


III
El sábado me desperté y levante a las 6.00 am tenía que ir a Perisur a una reunión de trabajo. Con todo el dolor de mi corazón, me bañe y tomé café. Me arreglé, tenía una cita de trabajo con una Dama. No salgo de casa, si no llevó un libro qué leer. Me siento inútil sino leo por lo menos unas veinte cuartillas al día. ¿Qué libro me acompañaría? Estaba leyendo algo de Filosofía, no ya estaba tediado. Miré en la mesa de trabajo de Nuevo a Sarita Montiel y su tremendo y provocador escote que muestra en la foto que adorna su libro de memorias:  Está mirando al espectador, en la mano derecha tiene un espejito, y en la derecha un bilet, su rostro es hermoso, una estola rodea su cuello y hombros, y asoman dos grandes delfines en altamar que son sus senos ¡Imposible no mirarla!.
Tomé el libro de la mesa de trabajo, donde tengo la computadora y otros que tengo que leer. Mis torpes manos, no lo sujetaron bien, se cayó al piso, quedó abierto, lo recogí, y al alzarlo, ¡Dios mío! En la pagina 68 ¡había cuatro billetes! ¿De dónde salieron? Los tomó ¡eran tres dólares cada uno de $20 cada uno y un Euro de $10! ¿Serían actuales? ¿Eran falsos? ¿Por qué nunca los vi?¿De dónde salieron?
El reloj marcaba las 7.30 am, no tenía tiempo de saber más de este dinero que inexplicablemente aparecieron entre los senos de Sarita Montiel. Salí de casa con muchas preguntas sobre el dinero, el metro estaba despejado, saliendo de la estación Miguel Ángel Quevedo, aborde el trolebús, avanzó y antes de llegar a Insurgentes Sur, se detuvo. Un policía se subió y nos dijo “! Señores hasta llega, no hay pasó, el edificio de CONAGUA se está incendiando!”
¿CONAGUA? Ahí hace tiempo di un curso de Mapa de Riesgos, que mi amigo y ex alumno Víctor Rosales me invitó. Bajé, camine y efectivamente el edificio estaba en llamas, los bomberos sufrían para controlar el incendio. Me dolió, CONAGUA me dio de comer hace tiempo. El reloj marcaba 8.25 am cerraron las calles ¿Cómo llegó a Perisur? No me gusta llegar tarde a las citas y menos si es con una Dama, tomé taxi.
Como pude llegue al lugar, llego mi amiga, desayunamos, hablamos y felizmente nos retiramos. Pero en mis pensamientos aún me preguntaba ¿Cómo llegó ese dinero al libro?
Largo se me hizo el tiempo para llegar a casa, cuando entré, encendí la computadora, busque en imágenes de Google el euro de $10 y el Dólar de $20 ¡Eran iguales!
No dude, era ahora o nunca, fui a Electra y con cierto nervio acudí a Banco Azteca “! Quiero Cambiar estos dólares y este Euro!”. ¡Son unos pillos! Me los compraron a un precio más bajo del que decía el internet.
Salí de Banco Azteca con un dinero que me sirvió para comprar algunos artículos que por mi situación no había comprado, y otra parte lo guardare para los gastos de la semana. No he salido de mi sorpresa, ¿Quién me los envió? ¿Mi hijo desde el cielo? ¿Mi madre que me cuida desde el otro mundo? ¿O Sarita  Montiel literalmente el dinero estaba guardado entre los senos de Sarita…Por cierto este lunes 24, tengo que pagar los libros que todavía debo al Ejército de Salvación y a Normita.









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