Luis Román

“Los riesgos de la guerra no representan un peligro para aquellos que están bien preparados de antemano y que son conscientes de su lugar en las defensas de la nación. La confusión y el pánico generalmente aparecen donde no hay una organización adecuada o un liderazgo apropiado en un momento de pruebas sombrías”
Georgy Zhukov
I
El 30 de abril se cumplieron 80 años del fin del III Reich, que según su líder y constructor Adolfo Hitler, debería de tener una permanencia de mil años, y sería dirigido por la raza superior: la aria.
El Nacional Socialismo o nazismo creía que la nación aria era la raza superior, de ahí que allí donde hubiera arios, Alemania debería de intervenir militarmente. Su expansionismo geográfico así era justificado. A través de un partido que controlaba toda la vida económica y social. Y un líder, el ungido, el líder o ‘Fürher’ sería quien encabezaría el III Reich o imperio.
La raza aria, decían eran descendientes directos de los griegos. Su belleza y fortaleza física hacía ver a las otras razas humanas como inferiores.
Su odio se dirigía a los judíos, a los comunistas, negros, mestizos y todo aquel que no cumpliera el ideal ario.
Cuando Hitler asciende al poder en 1933, prepara todo para fundar ese III Reich, hecho que se concreta en 1939 cuando Alemania invade Polonia, así comienza la segunda guerra mundial.
De 1939 a 1944 el dominio alemán en Europa es incuestionable; sin embargo, Hitler cometió el mismo error que antes habían caído Alejandro Magno y Napoleón, trató de mantener su presencia militar tanto en el viejo continente, como en África y su decisión más desastrosa, invadir a la URSS en junio de 1942, operación que se pensaba terminar en dos meses, cayó el invierno, y la operación ‘Barbaroja’ hundió en la nieve a más de un millón de soldados alemanes. “Si ellos atacan, nosotros defenderemos. ¡Si no atacan hasta que llegue el invierno, lo haremos y los destruiremos! “(Georgy Zhukov, Así Defendimos Moscú, Ed. Progreso, 1970, p. 45)
La intervención de USA en la guerra, y la alianza con Inglaterra, la URSS y Francia, terminarían por colapsar al expansionismo alemán.
En abril de 1945 Alemania estaba a merced del Ejército Rojo y de los norteamericanos. Hitler no lo soportaría, desde siempre había ordenado resistir hasta la última gota de sangre, y en caso extremo, recurrir al suicidio.
“El 29 de abril Hitler manda a envenenar a Blodi, su perra pastor alemán. El día siguiente se inicia con despedidas, a las 3 pm se oyó un disparo en su habitación, el Fürher se había pegado un tiro sobre el sofá, su esposa Eva Braun yacía envenenada, el único testigo fue un cuadro de Federico el Grande que admiraba” (Helmut Heiber, Hitler, Ed. Salvat, 1990, Madrid, p. 173).
El sueño o pesadilla de un Reich que permaneciera mil años había terminado, sus ayudantes quemaron sus restos para que su cuerpo no fuera objeto de escarnio por las tropas aliadas.
II
El General Georgi o Gueorgui Konstantinovich Zhúkov; Strelkovka, fue el artífice de la entrada y victoria del Ejército Rojo en Berlín. ¿De dónde venia este hombre? Hijo de humildes labradores, nacido en 1896, es decir en 1945, tenía 49 años. En agosto de 1939 fue el artífice de la mayor derrota japonesa en la frontera de Manchuria, y, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), de la decisiva victoria en la batalla de Stalingrado el 2 de febrero de 1943.
En 1941 Stalin, necesitado de militares capaces, lo llamó para reorganizar la defensa de Moscú, amenazado por el avance alemán. Sus brillantes maniobras y la pronta llegada de refuerzos procedentes de Siberia, que dejó al descubierto las defensas orientales de Rusia, consiguieron rechazar al ejército alemán a las puertas de la ciudad.
A finales de 1942, Georgi Zhúkov se hizo cargo del frente de Stalingrado, escenario de una de las más sangrientas batallas de la guerra, donde planeó la espectacular contraofensiva del Ejército Rojo que consiguió cercar al VI Ejército alemán, al mando del mariscal Friedrich von Paulus, en el interior de la propia ciudad, y lo obligó a rendirse.
Las victorias de Zhúkov supusieron un punto de inflexión en el desarrollo de la guerra, ya que infligieron una de las primeras derrotas a las fuerzas alemanas, cuyo avance hasta el momento había sido casi imparable. Bajo su mando, los rusos consiguieron detener el último gran asalto alemán en Kursk, momento a partir del cual la marcha del Ejército Rojo sobre Alemania adquirió un ímpetu irresistible.
En el tramo final de la guerra, Georgi Zhúkov mandó el ejército ruso que tomó la capital de la Alemania nazi
III
¡El General Zhúkov reclutó a miles de hombres de Siberia y de la parte oriental de Rusia, y la oferta que les hacía de llegar a entrar a Berlín era simple “! ¡¡Una vez que entremos a Berlín señores, todas las mujeres alemanas son suyas!! Son lindas, ¡¡de cintura breve, grandes senos, ojos azules y cabello rubio y largo!! ¡Las mujeres de nuestros enemigos serán nuestro botín de guerra!”.
Hasta hoy, se han abierto archivos, documentos, informes acerca de la manera en que los rusos fueron motivados para tomar Berlín.
En toda guerra las mujeres son el premio de los ganadores, eso es un hecho. Durante 74 años, se ha callado cómo fue la toma de Berlín.
“Ola tras ola, la infantería roja atacaba a los nazis atrincherados, mientras Berlín caía casa por casa, calle por calle. La ciudad quedó postrada finalmente y un palio de humo la envolvía, como en una escena del juicio final, el general Zukhov desató el pillaje y la lujuria sin temor ni represalia. Los gritos de las niñas, jóvenes y mujeres adultas, así como de ancianas fueron un coro de dolor esa noche y otras más en Berlín. Ya violadas, al ver llegar a otros soldados, les gritaban ¡Ve con ella, está más guapa, es virgen!” (Hirsch Phil, Generales en Combate, Ed. Diana, 1965, p. 45).
El canal de Geografía Nacional ha estado presentando imágenes de estos días aciagos para las mujeres alemanas.
Así se conquistó Berlín el 30 de abril de 1945 y así lo sintetizo el General – Georgy Zhukov “Es un hecho que, en igualdad de condiciones, las batallas a gran escala y las guerras enteras son ganadas por tropas que tienen una fuerte voluntad de victoria, objetivos claros ante ellos, altos estándares morales y devoción a la bandera bajo la cual entran en batalla. ” (Ibíd.).