*Luis Román

Escritor y Columnista

Para mí, los sentimientos

Son Una Realidad.

En cada uno de nosotros

Hay un pedacito de Historia.

Svetlana Alexiéich

 

 

I

El metro de la ciudad siempre va lleno, las mañanas siempre son una carga para entrar y salir de los vagones. Muchas mujeres y ancianos prefieren estar en los vagones de los varones. Porque son chantajistas. Saben que tarde o temprano, alguien les dará el asiento.

Así sucedió hará cosa de dos días, espere la llegada del metro, y todo mundo empujo al abrir sus puertas por inercia, caí en un asiento de allí, ya no me moví. Sin querer tenía asiento.

Pasaron dos o tres estaciones y el gentío amentaba, leía “El Otoño del Patriarca”, para no verme obligado a dar el asiento a ningún adulto mayor. Pero sentí una mirada, alce la vista era una mujer entrada en años, delgada, vestía una playera gris, un pantalón de algodón y tenis. No pude resistir su mirada y me levanté

¿Hace cuanto que nadie me decía hijo? Desde hace 10 años que murió mi madre.

-“! ¡Dame tu portafolio, te lo llevo!” – Me dijo la anciana, no pude evitarlo, porque lo tomo y lo puso en sus piernas.

Durante el trayecto me habló de cualquier cosa, iba al hospital, ya se le había hecho tarde, me pregunto si iba al trabajo. Y de buenas a primeras. Me dijo al ver que la persona de a lado se iba a levantar.

“! ¡Siéntate!”

 

 

 

II

La obedecí, quedamos por fin sentados. Y me miro, su mirada era triste, sus ojos cafés querían hablar.

“! Ay hijo…tengo vergüenza…te voy a contar lo que me paso hace días…el jueves de la semana pasada. Tocaron a mi zaguán, abrí, y era un joven de esos del sistema de aguas. Me dijo que había sido afortunada, porque había salido sorteada, para que me cambiaran mi viejo medidor por uno nuevo, de esos satelitales.

Lo deje entrar para viera el medidor, tomo nota, y me pidió si no le regalaba un vaso de agua, lo pase a mi sala, le lleve el vaso. Y lo invite a sentar. Me dijo que yo era una mujer muy amable, me pregunto mi edad.

Me pregunto de mí, de mi vida, se levantó y comenzó a ver las fotos de mi familia y de mí. Te vas a reí hijo, pero me emocionó mucho. Estuvo casi una hora hablando, le dije que, si no tenía prisa, lo podía invitar a comer. Mientras él cambiaba el medidor y en lo que llegaba mi hija de la universidad.

“! Mire Raquel, voy por el medidor, lo tengo en la camioneta, pero necesitamos comprar unos tubos de cobre para instalarlo. Esto tiene un costo de $ 500 ¿Si los tendrá y en un rato le doy su comprobante de pago?

No sé que tenía en la cabeza, que fui por mi monedero y le di el billete de $ 500. Lo encaminé, abrí el zaguán y sin esperarlo. Me dio un beso en los labios, yo…yo le respondí y lo abracé. Pero él rápido se separó de mí.

Se fue, me regrese a preparar la comida, pasó el tiempo, llego mi hija, le conté sólo lo del cambio de medidor. Esperamos una hora, dos horas, cayó la tarde, la noche y nunca llegó.

¡Mi hija me regaño “! ¡Te han engañado como una niña!”. Me sugirió ir a denunciarlo a las oficinas del sistema de aguas

– ¿Y fue Señora? – le pregunté

Ella me miro y con los ojos húmedos y la voz entrecortada, me respondió

– ¡No¡¡ Cómo lo voy a denuncia! ¡Hace tanto tiempo que nadie me decía cosas tan bonitas! ¡Ese hombre me hizo sentir de nuevo mujer!!Una mujer anciana que ya se le había olvidado volver a sentirse deseada!

 

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