Luis Román

Escritor y Columnista


“La vida es dura, amarga y pesa
¡Ya no hay princesas que canten!”
Rubén Darío
Entiendo y me gusta la poesía, he escrito algunos versos, no son ni soy muy bueno. El Poema crea con las palabras otra realidad, otro mundo. En ocasiones, trata de dar respuesta o plantea muchas preguntas sobre el amor, la vida y la muerte. No es casual que los grandes filósofos terminan escribiendo poesía o escriben ensayos sobre los poetas. Y al revés, los poetas, en ocasiones terminan escribiendo opúsculos de filosofía.
La prosa, el cuentista, el novelista, describen al ser humano y sus pasiones, desde las más nobles – el amor, la solidaridad, la nobleza del corazón – hasta las más podridas – la envidia, el odio, los celos etc. –
Son los hijos gemelos de la literatura: Poesía y Prosa. Dice Octavio Paz “La poesía es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo, crea otro. Pan de los elegidos, alimento maldito” (El Arco y La Lira, Ed. FCE, 1985, p.12).
Se cumplieron 156 años del nacimiento del gran Rubén Darío, cuyo verdadero nombre fue Félix Rubén García Sarmiento, nació el 18 de enero de 1867 – cumpliría 156 años de edad – y murió el 9 de febrero de 1916. Vivió 49 años y dejó honda huella en la poesía latinoamericana y universal. Fundador del llamado modernismo.
Pablo Neruda escribió “Rubén Darío fue un gran elefante sonoro que rompió todos los cristales de una época del idioma español, para que entrara en su ámbito de aire de mundo y entró” (Confieso Que He Vivido, Ed. Seix Barral, 1980, p. 45).
“Mi nombre es Félix Rubén García Sarmiento, y adopté el Darío de mi abuelo. Nací en Segovia en 1867. Yo nunca aprendí en escuela alguna cómo hacer versos, era en mí natural, como el respirar. Mis padres no querían casarse, a los 8 meses de embarazo, mi padre abandonó a mi madre. Al nacer, me regaló con una de sus hermanas” (Autobiografía, Ed. Espasa, 1980, p. 23).
Rubén Darío estaba llamado a revolucionar la poesía y la prosa. Es el creador de esa corriente literaria que se llamó ‘El Modernismo’,  su objetivo era la búsqueda de la belleza como medio para huir de la realidad cotidiana. Su máximo representante fue el poeta nicaragüense. Algunos autores que integraron esta corriente fueron José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción silva, Leopoldo Lugones. Su símbolo era un cisne blanco, por pureza, su belleza y elegancia.
El lenguaje que utilizó el modernismo era refinado, enciclopédico, y haciendo alusión a las musas griegas y latinas. Dice Francisco Montes de Oca “Darío es el príncipe del modernismo, es un artista de color, de ritmo, dueño de una técnica admirable. Influyó en toda poesía de habla española” (La Literatura En Sus Fuentes, Ed. Porrúa, 1968, p. 529).
Darío nació pobre, fue un niño solitario y cuenta “De pequeño, me apartaba del regocijo, me iba de solitario, con mi carácter triste, miraba las cosas de la naturaleza, al cielo y al mar” (Ibíd. p. 34).
¿Cómo se alimenta un poeta, aparte de mirar y admirar al mundo y al universo? “En la biblioteca Nacional de Nicaragua, pasaba horas leyendo a los clásicos, de ahí la construcción de mi vocabulario, no sólo español, sino universal” (Ibíd. p. 42).
II
Hay dos tipos de escritores, quienes viven intensamente y luego escriben. Y lo que leen desde la calma de una biblioteca y escriben al compás de la lectura. Darío, era y fue de los primeros. No en vano aplicó la fórmula de Cervantes “! El que lee mucho y anda mucho, sabe mucho!”.
Darío es profesor de gramática siendo un joven de 15 años. Estuvo cerca siempre del poder y de sus gobernantes, viajó a El Salvador, Honduras, Guatemala, siempre auspiciado por sus Presidentes. Estuvo en Valparaíso, Chile – donde nacerá otro gran poeta, Pablo Neruda – Costa Rica, España, Francia, Italia, México, Argentina.
Recuerda de Chile “Mi vida en Valparaíso se concentró en hondos amoríos, noches de playa, viajes en barco, charlas literarias” (Ibíd. p. 50).
De Costa Rica añora “Las mujeres más lindas de todas las cinco repúblicas de Centroamérica viven en ese hermoso país” (Ibíd. 56).
Amigos del Poeta fueron Amado Nervo, Juan Valera, Marcelino Menéndez y Pelayo, Vicente Riva Palacio, Emilia Pardo Bazán, Federico Gamboa, y aquel que siempre recordó así “Un hombre pequeño me abrazo y me dijo ‘Hijo’, era José Martí” (Ibíd. P.66).
III
Darío tuvo fama, dinero, amigos, pero el infortunio lo siguió siempre. Su esposa muere a dar a luz “Me pidió que nuestro hijo, quedara en manos de su madre, y así lo hice” (ibíd. p. 67).
El poeta se hundió en la depresión y tristeza “Cuando murió mi esposa, pasé ocho días sin saber nada de mí, recurrí a la borrachera y al alcohol” (Ibíd. p. 67).
Cuenta que el novelista mexicano Federico Gamboa, fue testigo de estos días amargos y que anotó en su diario personal, pero que Darío le pidió no publicarlo. Darío en España “Celebré a la mujer española, esparcí entre la juventud los principios de libertad de pensamiento” (Ibíd. 70).
Darío cuenta una gran anécdota, en Italia, unos amigos lo llevaron a un tugurio, ahí un hombre robusto, con barba, mal vestido, se acercó a pedirle unos centavos para comprar una cerveza. Darío lo rechazó, el hombre se fue, salió del bar. El mesero que atendía al poeta le dijo “¿Sabe usted quién era ese hombre?” ‘; Darío respondía con un ‘No’ seco. “Es Oscar Wilde”.
El poeta salió en búsqueda del gran irlandés, que había dejado la prisión en Londres acusado de ser homosexual. A quien Darío admiraba, ya no lo encontró. Meses más tarde supo de la muerte del genio de Dublín y Londres.
Darío murió en medio del alcohol, de la miseria y siendo reconocido como el padre del modernismo. Ese fue el gran maestro, el gran poeta. Autor de Poemas como Los Motivos del Lobo, Sonatina, Azul y Cuentos.
Darío amó a la mujer lo mismo de Nicaragua, el Salvador, Chile, España, Argentina, México. Supo y entendió que las palabras conquistan amores., escribió los poemas más bellos jamás escritos. Se emborrachó, padeció hambres. Vivió como quiso. Hoy a 155 años de su natalicio, su poesía nos hace falta.
Comparto con ustedes algunos paraderos literarios de Azul de Rubén Darío:
I.- La cabellera del viento.
2.- He acariciado a la gran naturaleza, el verso que está en el astro, en el fondo del cielo y el que está en la perla, en lo más profundo del océano.
3.- Cuando viene el alma desnuda, despierta el mundo.
4.- La mujer lleva la maldición de los pobres en su vientre: la fertilidad.
6.- Los miserables no deben de aprender a leer, cuando se llora de hambre en un cuartucho.
7.-Yo tengo el verso que es de miel, de oro y de tierra.
8.- Para hallar consonantes, las busco en los labios que se juntan y estallan en un beso, y escribo la estrofa que nace de ese beso.
9.- El seno firme y esponjado de una mujer, es un ensueño oculto y supremo.
10.- El gran bosque es nuestro templo.
11.- Yo no soy un poeta para muchedumbres. Pero sé que tengo que ir a ellas. Mi poesía es mía en mí.
12.- Mi juventud montó potro sin freno
Iba embriagada y con puñal al culto
Si no cayó fue porque Dios es bueno.
13.- La rosa sexual
Al entreabriese
Conmueve todo lo que existe
Con su efluvio carnal
Y con su enigma espiritual.
14.- ¡Oh saber amar es saber sufrir!
Amar y sufrir, sufrir y sentir
Y el hacha besar que nos ha de herir.
15.- Es la tarde gris y triste
Viste el mar de terciopelo
Y el cielo profundo viste
De duelo.
16.- La vida es dura, amarga y pesa
¡Ya no hay princesas que canten!
IV
Sonatina (fragmento)
La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
Que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
Está mudo el teclado de su clave sonoro,
Y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
Y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
La princesa persigue por el cielo de Oriente
La libélula vaga de una vaga ilusión.
Los Motivos del Lobo (Fragmento)
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
A buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
En nombre del Padre del sacro universo,
Conjúrate dijo, ¡oh lobo perverso!,
A que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha, habló el animal,
La boca espumosa y el ojo fatal:
Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
Al pueblo salía,
Y si algo me daba estaba contento
Y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
Estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
Y en todos los rostros ardían las brasas
De odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
Perdían los débiles, ganaban los malos,
Hembra y macho eran como perro y perra,
Y unos buenos días todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
Y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
Todas las criaturas eran mis hermanos:
Los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
Hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
Y entre mis entrañas revivió la fiera,
Y me sentí lobo malo de repente;
Más siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
A me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
Que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
Déjame existir en mi libertad,
Vete a tu convento, hermano Francisco,
Sigue tu camino y tu santidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *