(2º Parte)

Luis Román

Escritor y Columnista

 “Es raro que

El esposo de mi

Madre me mire así”

 

Salomé

I

Oscar Wilde encabezó la corriente literaria conocida como el esteticismo. Cada palabra producía bellas imágenes. En cada poema, cuento o novela el lenguaje era fino.

Estando en USA en 1891, escribió “Salomé” esta obra en un solo acto, especialmente para la actriz Sarat Berthardt. Ahí conoció a Walt Whitman. La obra está escrita en francés.

En 1892 se prevé estrenarse en Londres, Sara esta lista, la compañía que iba a montar la obra ya había alquilado el teatro. Pero la censura victoriana, la censura, el motivo: se pervierte la trama real de Salomé contada en los evangelios.

La censura inglesa concluye “Oscar Wilde es cínico e indecente. Nadie que haya leído la biblia podría soportar su obra Salomé”

Será hasta 1905 que Salomé, será estrenada, ahora en forma de ópera, con la adaptación de Richard Strauss (1864 -1940).

Para evitar la censura Strauss hace modificaciones: los personajes están en el siglo XIX, visten ropas apropiadas, Salomé no baila la danza de los 7 velos.

Pese al éxito de Salomé, Oscar Wilde ya estaba en declive, nunca pudo ver su obra escenificada.

Y el teatro de Wilde tiene una característica, es mejor leído que escenificado. La gente leyó Salomé antes de ser estrenada.

 

 

 

II

Al inicio de la obra se inicia con un diálogo propio del esteticismo de Wilde: “! Qué extraña se ve la luna, es como una mujer que se levanta de la tumba, como una muerta. Anda buscando a los muertos. ¡Hoy la luna tiene pies de paloma blanca que están danzando!” (Oscar Wilde, Obras, Ed. Bruguera, 1972, p. 43)

Más adelante una ola de imágenes adornan el diálogo “La Luna parece la sombra de una rosa blanca reflejada en un espejo de plata” (Ibid. 44)

Salomé ha salido del salón donde se celebra el cumpleaños de Herodes su tío y padrastro, y ahora esposo de Herodías su madre, quien fue mujer del hermano de Herodes.

Herodes acosa a Salomé, por su belleza y juventud. La desea con extrema lujuria. Herodías se lo confiesa “Es peligroso mirar a la gente de ese modo. Puede venir una desgracia muy grande” ( Ibíd.p.50)

En el palco del palacio de Herodes, se oyen gritos de un hombre. Se trata de Juan el Bautista, quien ha sido apresado por Herodes y metido a un calabozo. Sin embargo, Herodes no ha ordenado aún su muerte.

Herodes siente cierta admiración por Juan, en ocasiones baja a los separos y plática con el hombre. Éste le recrimina estar unido con la mujer que fue de su hermano.

“¿Dónde está la mujer que recrea a su lujuria contemplando las imágenes de los hombres desnudos pintados en las paredes? ¿Dónde esta la mujer que se entrega a los capitanes de Siria? Díganle que se levante del lecho de sus abominaciones” ( Ibíd.p.55)

Salomé escucha y sólo exclama con cierta vergüenza “! ¡Está hablando de mi madre!” (Ibid. 55)

 

 

 

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