Luis Román

Escritor y Columnista


“El misterio
Del amor
Es más grande
Que el de la muerte”
Salomé

I
Existen historiadores que ven en Roma todos los excesos humanos, y esta manera de ser fue parte de su degradación. Herodes no era romano, pero servía a Roma. El poder busca la dominación, la sumisión, la humillación y todo esto se sintetiza en una palabra: SEXO.
El poder debe de reflejarse en el sexo. En la posesión y penetración del otro. Y esto está detrás de Salomé y Herodes. El hombre viejo, que desea con vehemencia a su joven hijastra y sobrina.
Y la presencia de un profeta que le recrimina esa actitud. Cuando Salomé escucha al profeta y ella siente atracción, curiosidad por su moralidad.
“! Soy Salomé, hija de Herodías, princesa de Judea!”
Juan: “! Atrás hija de Babilonia! No te acerques, tú madre ha llenado la tierra con el vino de sus iniquidades y el clamor  de sus pecados. No te acerques hija de Sodoma, cúbrete con el velo, esparce ceniza y vete al desierto y busca al hijo del hombre!” (Ibíd.56)
Salomé esta ardiente de deseo “! Prendido estoy de tu belleza Juan, tú cuerpo es blanco como los lirios del campo. Nada hay tan blanco como tu cuerpo. Dejame tocar tu cuerpo. Son tus cabellos racimos de uvas, tus cabellos son como cedros de Líbano, tu boca una granada cortada por un cuchillo”! ( Ibíd. 65)


II
Herodes sale al balcón y ordena a Herodías y a Salomé pasar a la reunión donde se celebra la fiesta de su cumpleaños. Ya ebrio, el vino lo trasforma, ve a Salomé bella, linda, única y le pide que baile para él, a cambio le dará todo lo que ella le pida.
Salomé comienza a bailar la danza de los siete velos, quedando desnuda frente a su padrastro y tío, Herodías enfurece. Y es entonces que ella le pide le entregue la cabeza de Juan. Herodes desiste “¡Pídeme otra cosa, menos eso!”
Herodes ordena con pesar que le corten la cabeza a Juan, le llevan la cabeza del profeta en un plato de plata y allí comienza Salomé a hablar “! Tú no querías que besara tu boca Juan ¡bien! Ahora la besaré, la morderé con mis dientes como se muerde un fruto maduro.
¿Por qué ya no me miras Juan? ¿ Tienes miedo de mí?¿Ya no quieres mirarme?. Me llamaste ramera y desenfrenada. Tu cuerpo era una columna de perfil. Tu habías visto a Dios, pero tú jamás me viste. Estoy sedienta de tu belleza, tengo hambre de tu cuerpo ni el vino apaga mi deseo. Era virgen y me llenaste de fuego!”
Herodes se asombra a ver a esa joven bella siendo en verdad una mujer malvada. Y ordena “Eres un monstruo, un verdadero demonio, no respetas ni al Dios desconocido de los judíos. Va a suceder algo terrible ¡Matad a esa mujer!” (Ibíd. p. 68)
Oscar Wilde nunca vio escenificada Salomé, pero la obra sobrevivió a la censura y moral victoriana. Salome es una obra de teatro, que debe y puede ser leída primero y luego ver el montaje.
La riqueza del lenguaje y la maldad humana se desbordan en cada personaje y en cada dialogo.


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