Por. Luis Román

(1º Parte)


Diablo
Tráeme vicio y más cabrones
Para poderlos robar
Y extorsionar
Y hacer más amena
Mi estancia aquí.

Plegaria Carcelaria en
Santa Martha Acatitla.

I

Comencé a leer desde los 13 años, casi al finalizar el primer año de la escuela secundaria. Desde entonces no he dejado de ser un lector voraz. Y a lo largo de estos años he logrado reunir y crear una biblioteca personal, no tengo todos los libros que quisiera, pero los que tengo son los esenciales.
Y en verdad pocos libros han despertado en mí tanta fascinación y temor como el que escribió el Doctor en Sociología Víctor Alejandro Payá, quien es profesor investigador en la FES Acatlán, y quien fue uno de mis sinodales en uno de los tantos exámenes de oposición que realice para aspirar a una plaza de asignatura en la materia de sociología política, con el tema “El Poder en la Sociedad de Hoy”.
En ese entonces un examen de oposición, se realizaba de la siguiente manera: salía la convocatoria, ingresabas tus documentos, probando experiencia docente, y te asignaban un tema a desarrollar como ensayo con un mínimo de cuartillas, y más tarde una entrevista personal por parte de un trío de profesores de la materia, y finalmente, una exposición o clase frente a grupo teniendo como jueces a ese trío de sínodos. Y más tarde, acudías a las oficinas de la rectoría para que se iniciara un interrogatorio acerca de tu ensayo y exposición.
Recuerdo que en ese 2005, yo sostenía que el poder es una relación social que está inmerso en todas las relaciones humanas y sociales. Desde la pareja que se enamora, después se casa y en la sexualidad que tienen que recrear. Hasta en las esferas de la familia, la escuela, el trabajo etc.
Dos de mis tres sínodos cuestionaban mi tesis, excepto el profesor Payá, un hombre de unos 55 años en ese entonces, de piel blanca, barba, y tras de sus lentes asomaba su inteligencia.
Cuando en dialogo entre mis sínodos y yo, se encendió, el Doctor pidió la palabra y recuerdo que dijo “Debo de decirles colegas, que el maestro tiene mucho de razón en lo que dice y expone”. Esta afirmación me dio cierto respiro. Al terminar el examen, me informaron que la rectoría me mandaría vía correo mi resultado. Salí, y recuerdo que el investigador, me alcanzó y me felicito por mi exposición. “Usted y yo, pensamos igual maestro”.
Han pasado algunos años de ese examen, y hace unos meses encontré en un mercado de libros viejos, un libro de mi maestro titulado “Vida y Muerte en la Cárcel – Estudio Sobre la Situación Institucional de las Prisiones-” publicado por la Fes Acatlán en 2005.
Lo tomé, hojee y no dude en llevármelo. Ese domingo, por la tarde comencé a leerlo. Cual sería mi sorpresa que no lo pude soltar hasta terminarlo. Un libro que en verdad es digno de leerse.

II

El libro se compone de cinco capítulos: El primer llamado Criminología y Sociología, el capítulo II denominado Prisión y Sociedad, el capítulo III La vida Cotidiana en Cautiverio: La Institución y sus fugas, en el IV Dinámica Situacional y Producción Simbólica, en el último apartado V Motines y Fugas El Sistema Penal al Desnudo.
Desde la primera página señala Payá “Nuestro objeto de estudio es el estudio de la vida en las prisiones” (Ibid. P.100).
¿porque existe la cárcel? ¿Por qué es necesario privar de la libertad a quien a infringido las leyes?
De acuerdo a las teorías jurídicas y sociológicas, el autor establece que “Desde el punto de vista del Estado, toda conducta considerada ‘socialmente anómala debe de reencausarse o controlarse, entonces aparecen las cárceles o las prisiones” ( Ibíd.p.100).
El delincuente aparece como un desviado, un ser que no le gusta, le desagrada, cumplir las normas. Siente placer al desafiar lo escrito en las leyes.
La cárcel aparece como la institución que puede solucionar lo que el resto de la sociedad no ha podido frenar. Es un espacio donde se controlará al delincuente, sus acciones, sus actitudes y por ende tendrá que estar vigilado y si lo amerita, será castigado.
“La cárcel es una tecnología avanzada, con una división especializada de funciones y una organización especial perfectamente limitada, con recursos humanos que sepan de ingeniería, psicología, derecho, criminología, trabajo social, seguridad y control” (Ibid. P. 101)
Si las cárceles existen es porque se necesita la administración de las ilegalidades.
Para la cárcel el individuo que ingresa es un cuerpo a quien se le vigilará y castigará, y que producirá lo que este espacio sabe reproducir excelentemente bien: la extorsión, la impunidad, la crueldad y la humillación.
Para el ladrón, el asesino, el secuestrador, el violador, el defraudador, el tratante de personas, el narcotraficante su carrera delictiva no termina al ingresar a la cárcel.  Nada más falso, ahí comienza otra etapa. Pero ahora en un lugar cerrado, un espacio donde las autoridades y presos han creado reglas y normas.
“La cárcel es un negocio por cualquier lado que se le vea, donde nadie quiere perder y todos quieren ganar” (Ibíd.p 365)

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