(3º Parte)
“Lo que prometes con la boca,
lo sostienes con el culo. Te la fumaste riendo,
ahora la vas a pagar llorando guey”
Máxima Carcelaria
I
“En la cárcel sólo se sobrevive estando loco o drogado” (Celda 16, Ed. Diana, México, 1980, p. 123), escribió el célebre asesino serial de mujeres en el México de los 50’s Gregorio ‘Goyo’ Cárdenas.
Hacinados, atados a la monotonía de una vida carcelaria sin futuro ni progreso y con un bajo perfil educativo. La mayor parte de los presos o se la viven extorsionando, robando, maltratando al otro o buscan ‘salidas’ a su realidad, a través del alcohol u otro tipo de drogas.
“Una cárcel nomás no funcione sin droga”, es un dicho celebre entre los directivos de los reclusorios desde hace años y tienen razón. Podrá faltar agua, alimentos, ropa o la visita intima, pero sin droga, especialmente la marihuana nunca. Este escenario es el iniciador de los motines en las cárceles.
“El consumo de droga es un recurso para evitar la presión del encierro, es un analgésico de la prisión” (Ibid. 157).
En la cárcel es el lugar donde circula todo tipo de droga. Especialmente quienes han robado a mano armado o matado prefieren las pastillas psicotrópicas o ‘Chochos’.
“A las pastillas se les atribuyen cualidades para el robo: seguridad, valor, agresión y si matas a un guey, ni te das cuenta” (Ibid. 159).
El día que de una cárcel desaparezca en verdad la venta de droga, ese día la prisión desaparecerá. La distribución de la droga es un proceso planeado. La cárcel es un dispositivo perfectamente organizado para la veta, distribución y consumo de la droga.
¿Qué ocurre con los motines, cuál es su origen? El motín no se origina por mejores condiciones de vida, sino por la falta o encarecimiento de la droga.
¡El grito más recurrente en los motines es “! ¡Queremos más droga!”. Si hay escasez o sube el precio, crece el malestar y su ansiedad entre los presos.
II
A veces el adicto recurre al préstamo de droga con “La Madre”. Y si éste accede, el precio ya es otro. Se cobra un interés. Esperando el día de la visita.
¿qué pasa cuando el preso no paga la droga que solicito en préstamo? Viene la represión, la golpiza, la humillación. Porque en la cárcel se tiene por ley una sentencia “Lo que prometes con la boca, lo sostienes con el culo. Te la fumaste riendo, ahora la vas a pagar llorando guey” (Ibid. p. 170).
La adicción es tal y en extremo que muchas veces, los presos piden droga a cambio de favores sexuales de sus esposas, hermanas o hijas. “He viso como muchos por no poder pagar su droga, ofrecen a sus mujeres” (p.170).
Al principio solo es ‘un pequeño sacrificio” que tiene que hacer la mujer por su preso. ‘Las Madres’ ya no piden a la mujer más sexo por la droga prestada, sino con la amenaza de que, si no se entrega, su preso será golpeado, apandado o muerto. La mujer es entonces de todos los distribuidores de droga de la cárcel, y hasta de los celadores que cuidan la visita intima.
El cuerpo del otro debe ser humillado, maltratado, penetrado. La cárcel es el lugar donde el ser humano deja de ser y se convierte en mercancía y cuerpo.
Relata Payá “Un chavo del reclusorio sur me dijo llorando: Me siento de la chingada, por droga ofrecí a mi hermana y ahora a cada rato me la piden ‘Las Madres’ para sus orgías y hasta se la pasan entre ellos” (p.180).