Por. Luis Román

Néstor Díaz Henríquez.
Sobre la Muerte
Gracias Dios mío por haber
Nacido y del antiguo
Sueño despertado.
Y ahora que ya no soy
Por haber dado aquel que
Fui, la gloria de haber sido
Más hoy en que las olas
Me han traído las lejanas
Nadas de este puerto
Todo de nuevo obra
Sin sentido
¡Si hoy duermo es
Porque estuve ayer
¡Despierto!
¡Que el alto privilegio
De estar muerto es confirmación
¡De haber vivido!








I

Te fuiste hace 37 años padre, ¿sabes? Fue la navidad más triste de mi vida, o eso pensé hasta que llegaron las muertes de mi Hijo – Tu nieto, que nunca conociste – y de mi Madre – Tú esposa –
Todavía recuerdo esos amargos días de 1986, entonces era un joven preparatoriano. Nunca pudiste hacer a un lado ese mal vicio, que es el alcoholismo. Creo, que al final, fuiste producto de tus circunstancias papá. Fuiste el tercer hijo de mi abuela Candelaria, tus otras dos hermanas – Margarita y Juana- ella siempre las protegió. Cada uno era de distinto padre. Muchos de tus padrastros nunca te quisieron, te sacaban medio dormido cuando llegaban a ver a mi abuela y querían intimidad. Otras, te quisieron envenenar, y los más, te maltrataban.
Comenzaste a trabajar desde los 8 años, haciendo mandados, ayudándole a tu Mamá en el puesto de caldos de gallina que tenía, allá por Indianilla. Cerca de los talleres de tranvías.
No era vida para un niño, luego trabajaste en talleres mecánicos, ahí desde los 11 años, alguien te ofreció el primer trago de alcohol. Nunca te dejo el vino.
Te casaste con Mamá a los 22 años y ella tenía 19, te dio su virtud y paciencia. A cambio le diste mala vida, maltratos, golpes y borracheras. Aún así, nunca dejó de quererte y admirarte. Fuiste el hombre de su vida. No como ahora, que todo mundo dice haber encontrado el amor de su vida en cualquier tonto.
La vida no era buena, pero Mamá te dio cuerpo, amor y siete hijos – una mujer y seis varones – de los cuales soy el menor.
¿Tu oficio? Después de mecánico, taxista, te hiciste de dos autos, pero nunca nos paseaste. El alcohol se adueñaba de tu voluntad, no un día, una semana, sino hasta un mes entero. Primero fue la cerveza, luego las cubas y terminaste con aguardiente.
El alcoholismo progresa, primero los bares´, las cantinas y terminaste durmiendo afuera de las pulquerías del barrio. Fueron 30 años de estar casado con Mamá. Ella se quedó muy sola desde que te fuiste esa mañana del 20 de diciembre de 1986.
Tu cuerpo ya no aguantó tanto alcohol, tu hígado quedó devorado por la cirrosis y antes habías ingresado dos veces al hospital psiquiátrico, por tu delirium tremens. Fue triste verte acabar primero atrapado en alucinaciones y después, tirar el hígado por tu boca.
Mamá paso sola 29 años, ¿y sabes? Cada día de esos 29 años, te pensó, te recordó, te extraño. No había día que te mencionara. Fuiste algo más que su esposo.
Te fuiste cuando tenías 54 años y Mamá tenía 51 años. Han pasado 37 años de tu partida y apenas 3 de la muerte de Mamá. Y aún te recuerdo. ¡Cuánto falta me has hecho padre! ¿Sabes? al final de tu vida, te entendí, hablamos, paseamos y justo cuando pensaba encontrar en ti al mejor amigo, te fuiste.
Saliste de la vida, sin decir adiós, como cuando se sale uno de las cantinas, cuando uno ya esta borracho.
Te has ido, te fuiste en el taxi de la muerte, sé que algún día vendrás por mí, y ambos nos iremos a pasear como a veces lo hacíamos. Y platicaremos de que ha pasado con esa familia que tuviste y esos hijos que hoy estamos cada vez más separados, y de la soledad y muerte de Mamá. Mientras llega ese momento, te recuerdo en este inicio de invierno.

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