(6º Parte)

I
“Porque los que viven saben
Que van a morir.
Pero los muertos
Nada saben, ni tienen
Más paga. Porque su
Memoria es puesta
Al olvido.
También su amor
Y su odio
Y su envidia
Fenecieron ya
Y nunca más
Tendrán parte
En todo
Lo que se hace
Debajo del sol…”
Eclesiastés
9 – Nov – 2024
7 am
Ha salido el sol, la mañana es fría. Y tú Juan no estás ya; días antes, salías y te sentabas en la silla blanca de plástico que era mi madre. Te rodeabas de tus gatos “Buenos días mis gatos…Ya estoy viejo. Los quiero…A ti Pánfila”
Te sentabas a mirar el cielo, las nubes y el sol. Como si ya no los fueras a ver. Ya te ponías chamarra, era signo inequívoco que algo andaba mal te sucedía. Nunca te abrigabas. Eras enemigo del suéter o chamarra.
Hacías esfuerzos para caminar, en la última semana, no sé quien te prestó unas muletas de madera. Decías que era para estar erguido, porque por el dolor de costillas, caminabas encorvado.
A veces ya ni podías subir las escaleras. ¡Y como siempre, nunca hiciste caso “! ¡Deja de usar la bicicleta!” te decía “! ¡No…eso no me hace daño!”
Hoy algunos vecinos me dicen que vieron como sin fuerzas te caíste de la bicicleta en varias ocasiones.
No hiciste caso. ¡Todos tus amigos y conocidos te lo decían “! ¡Vaya al médico profesor!”
No hiciste caso de nadie y de nada. Era como estar esperando algo o alguien. ¡O tal vez sentías que iba a ser cierto lo que muchas veces me dijiste “! Yo si entro a un hospital, ya no salgo. No soportaría estar atado a una cama o en una silla de ruedas. ¡No soporto estar quieto!”
¡Cuando regresaba de trabajar y te veía sentado en esa silla, muchas veces te dije “! ¡Quítate de allí, te me figuras a mi madre en sus últimos días!”.
Me mirabas con esa mirada de esos ojos opacos, tristes y sin brillo que sólo he visto y no he olvidado de mi madre días antes de morir.
II
11 am
9 – Nov – 24
No fue el sacerdote a oficiar misa. Sólo un rosario rezado por Gloria. Eras enemigo de tanta solemnidad religiosa.
Si hubiera sido otro el difunto, ¿Cómo hubieras actuado? ¡Habrías dicho “! Ya ni modo. ¡Estaba ya grande!” y te habrías ido a dar la vuelta con tu bicicleta y te hubieras tomado unas cervezas. Por que la vida no era tan difícil decías.
La gente de la funeraria avisa que solo tres o cinco familiares podrán entrar a despedirte hermano. Les cedo el lugar, yo te tuve diario casi toda mi vida. Sé que siempre estarás junto a mi y en cada rincón de la casa de mi madre.
12.50 am
9 – Nov – 24
Vienen el momento más doloroso y cuando uno se da cuenta que ya nunca más te veremos hermano. Hay que pasar a despedirte. Reyna no puede contener el llanto y antes de estar cerca de tu féretro, estalla en llanto. La abrazo. Ya no te vera más. Así ella viva 70 u 80 años, siempre te recordara como un segundo padre hermano.
En verdad no quería ir. De aquí en adelante estarás en mí. En tu ausencia, en tus pertenencias, en tu cuarto o cuando cierre los ojos. Tu voz grave no se apagará jamás.
Los hermanos insisten, y los acompaño. Es sábado y el tráfico vehicular es lento. Casi 25 minutos. Llegamos al crematorio, cerca del aeropuerto de la ciudad de México.
13.14 PM
9 – Nov – 24
No entro a despedirte, en estos casos quieren estar cerca del finado, quienes estuvieron lejos de él. Me quedó afuera del crematorio con Reyna, y como coincidencia pasa un señor cargando un gato enorme. El animal nos mira.
¡Era una despedida póstuma y hasta en tu último adiós, a alguien se le ocurre ser protagonista “! ¡Nada te debo y nada me debes!”.
Esta gente no sabe que lo que muchas veces me decías mientras bebías tu cerveza indio “! A mi no me pueden decir nada la familia. Si yo tomo y me embriago, es con mi dinero. Nunca les he ido a pedir para comprar una cerveza ¿O no Hermano?” y terminabas riéndote mientras seguías bebiendo la cerveza en tu enorme tarro de vidrio.
Hoy estas palabras serían la mejor respuesta, para quien te quiere reprochar algo hermano Juan. Te embriagaste con tu dinero siempre. Viviste como quisiste. Fuiste libre. Y hoy eres más libre. Has dejado el dolor y sufrimiento aquí.
Efectivamente Luis, así sucedió. Esa persona que dijo esa frase tan inoportuna, refleja claramente su personalidad. Todos tenemos defectos, lmientras no perjudiquen a nadie, no pasa nada. No me curo en salud, pero yo nunca traté de corregir sus costumbres. Lo respetaba y él me respeta. Ojalá esté en un mejor lugar.